“Una ciudad tomada por los obreros” decían los titulares de los diarios. Y no es para menos, porque todos los que estuvimos allí presentes pudimos ver de qué se trataba. Las columnas de distintos sindicatos habían tomado las calles, los micros estacionados que transportaron a muchos compañeros y compañeras habían paralizado el tráfico en todo el centro de la ciudad. Los cantos, las bombas de estruendo, las banderas, los gorros y las pecheras de cada organización daban cuenta de que la clase obrera había entrado en escena y a pesar de que las conducciones se negaron a convocar un paro las bases dejaron bien en claro que esto no da para más, que no puede ser que sean nuestras familias la que paguen los platos rotos y que la única manera de enfrentar los despidos y el ajuste de las patronales es peleando todos juntos contra el plan de ajuste y miseria que están llevando adelante el gobierno de Macri y los gobernadores.
Digan lo que digan Caló y Moyano… fue una movilización contra el gobierno
Atado a sus “acuerdos de gobernabilidad”, desde el escenario Moyano y Caló hicieron todo lo posible para decir que esa movilización no era contra el gobierno. Pero así como al sol no se lo puede tapar con una mano, para la inmensa mayoría de los 350.000 trabajadores que estaban allí presentes esto no era sí.
Y no podía ser de otra manera, porque el miedo a perder el trabajo es una realidad. Y encima el propio Macri está confesando públicamente que los despidos van a seguir cuando amenaza que va a vetar la ley antidespidos que quieren aprobar en el Congreso.
Digan lo que digan, los trabajadores sabemos que el aumento desenfrenado de los precios -esta semana le dieron a las petroleras el cuarto aumento de la nafta en lo que va del año- y los recortes permanentes a la salud y educación pública son consecuencia del plan antiobrero que aplican el gobierno nacional y los gobernadores en beneficio de los bancos y de los empresarios.
También se equivocan Yasky y Micheli cuando amagan a que si no se aprueba la ley, recién ahí se puede evaluar la posibilidad de un paro nacional. ¿Qué más hay que esperar? ¿No saben que la plata hoy ya no nos alcanza? Ya se murieron más de tres compañeros de sus gremios por el impacto del ajuste, hay miles de despidos y acaban de encarcelar a 5 dirigentes de la provincia de Tierra del Fuego que desde hace dos meses vienen encabezando la lucha contra el ajuste de la gobernadora Bertone del FpV. Porque a la hora de aplicar el ajuste y perseguir a los luchadores se olvidan los enfrentamientos electorales y vienen todos juntos por nosotros.
Ni que hablar del carnero de Barrionuevo que se bajó a último momento de la convocatoria para ir a comer un locro con Macri el 1° de Mayo. Tan imponente fue el rechazo de los trabajadores que de la vergüenza se “enfermó” y tuvo que faltar a la cita. Además, ya antes el SMATA, taxistas, legislativos, y otros gremios nucleados en el MASA (movimiento de acción sindical ligado al bloque de Diego Bossio aliado del macrismo) tampoco habían convocado y quedaron a contramano de la historia.
Asambleas en todos lados para darle continuidad
La fuerza y predisposición para la lucha que se vivió el pasado 29A tiene que seguir, en la organización desde las fábricas con asambleas dentro o fuera de ellas, en las escuelas, en las universidades, en los yacimientos, etc. Hay que coordinarse entre los establecimientos que están cerca y discutir los problemas de los compañeros de cada lugar, viendo lo que se puede hacer, coordinando y uniendo todos los reclamos.
Hay que seguir el camino de los trabajadores de Comodoro Rivadavia en Chubut que este 6 de mayo salen en forma unificada al paro y movilización contra el ajuste. O lo que hizo ATEN (docentes de Neuquén) o la UOM de Tierra del Fuego que ya anunciaron medidas de fuerza en solidaridad con los trabajadores fueguinos encarcelados.
Sólo profundizando este camino podremos cambiar el rumbo actual y dejar de contar despidos todos los días.No podemos quedarnos “en el molde” por miedo a perder el trabajo como nos dicen los capos sindicales. O aceptar mansamente las rebajas salariales y los recortes presupuestarios. Ésa es una mentira que nos paraliza y nos condena a la miseria. Tampoco alcanza con la sanción de ley antidespidos que está en danza, porque si los trabajadores no estamos movilizados y organizados, el Gobierno y los empresarios seguirán avanzando junto a sus aliados en el Congreso. (ver páginas centrales)
Si algo demostró la movilización de la semana pasada es que sí se puede, que no hay ninguna conquista que se salve sin derrotar el plan económico. No hay excusas, ahora es cuando las CGTs y las CTAs deben convocar el paro nacional y el plan de lucha que hace falta para que no nos hundan en la miseria.
Construir desde abajo el Plan Obrero de Emergencia que necesitamos
Al calor del enfrentamiento al gobierno, los trabajadores tenemos que ir construyendo un nuevo plan económico al servicio de los trabajadores. Si hay que derrotar el plan antiobrero que están llevando adelante, es necesario discutir entre todos las medidas más urgentes que debemos implementar para defender a nuestras familias.
No es una salida la propuesta de Cristina con su “Frente Ciudadano”, que plantea la necesidad de reflexionar sobre las medidas del gobierno anterior y esperar a las próximas elecciones para “a través del voto” poder volver al pasado.
Es necesario enfrentarlos a todos ahora mismo y no esperar a las elecciones. No queda otra, cada día resulta más clara la necesidad de que la base obrera pase al frente y sea protagonista de los destinos del país.
Para ello, debemos organizar encuentros zonales y provinciales de gremios, delegados y activistas con mandato de base, que vayan fortaleciendo desde abajo las luchas y construyendo el encuentro nacional de trabajadores que discuta el plan obrero y popular de emergencia que necesitamos.
Desde el PSTU, estamos convencidos de que ese es el camino que debemos recorrer para dar una salida favorable a nosotros, los laburantes. Por eso te invitamos a que te sumes y nos pongamos juntos a trabajar por cambiar nuestro destino. No hay tiempo que perder. Manos a la obra.