La noticia se hizo conocida cuando un jugador de 14 años, se lo reveló a un psicólogo de la institución en medio de una crisis de llanto: en las inferiores de Independiente existe una red de prostitución infantil en la que cayeron decenas de adolescentes. El escándalo, que está lejos de concluir, deja al descubierto otra práctica criminal y odiosa en un deporte cada vez más consumido por los negociados.
Entre los señalados como cabecillas de esa red de trata, hay un árbitro del club y un personaje mediático; mientras que uno de los chicos prostituidos- otro jugador de las inferiores, inactivo por una lesión- actuaba como facilitador. Las víctimas son adolescentes de entre 13 y 19 años, residentes en la pensión de Villa Domínico que el club facilita a sus jugadores, muchos de ellos provenientes de zonas empobrecidas del interior del país. Según dejó trascender la fiscal, algunos de los clientes habrían ofrecido incluso pagar con “botines y ropa interior” además de dinero, por los encuentros sexuales realizados en un departamento del barrio de Palermo y una casa en San Isidro.
Si bien el caso prácticamente no tiene precedentes en el país (a excepción de una denuncia contra un entrenador en el club pampeano del Secretario de Deportes Carlos MacAllister), ha quedado abonada la sospecha de que situaciones similares se dan en otros clubes. Sospecha que se basa en las presunciones de la propia fiscalía, de que- junto a la promesa del beneficio económico- muchos de estos chicos accedieron a prostituirse engañados con la promesa de facilitarles el camino a la “primera”
A diferencia de casos similares en otras partes del mundo, el Club Independiente denunció el caso y emitió un comunicado respecto de los hechos. Y de la misma manera, la presidencia de la AFA está buscando la forma de adelantarse a los hechos, mediante una serie de intervenciones en las inferiores de diferentes clubes. Pero el objetivo de estas acciones no es proteger a los jóvenes jugadores, sino preservar el sistema que los explota.
Víctimas del fútbol-negocio
Las víctimas de este escándalo son chicos que están solos, a cientos de kilómetros de sus hogares, con el mandato de triunfar, de “pegarla” como sea; algunas veces por el simple hecho de triunfar, pero en la mayoría de los casos para zafar de la miseria a la que están condenados. Y bajo potestad del club que los entrena, estos pibes suelen terminar desprotegidos y sufriendo las consecuencias de los desmanejos corruptos de las dirigencias, soportando malas viviendas y peores alimentaciones; e incluso cuidados médicos deficientes para un deportista.O bien terminan de rehenes de negociaciones entre clubes que destruyen sus carreras. Y todo con el objetivo de transformarlo en mercadería humana, exportable a otros países como tantos recursos de este país.
Por eso, lejos de ser un caso al margen, esta red de pedofilia solo refleja lo que es la norma en el fútbol de la actualidad: abuso, explotación, crimen, negocios, poder, machismo y prostitución; que no es más que la expresión de la decadencia del sistema capitalista e imperialista, que en su obsesiva búsqueda de lucro invadió el mundo del fútbol, introduciendo en él los manejos con las que destruye el mundo a diario. Ese monstruo que es el fútbol-negocio que han creado los empresarios, es la raíz de la criminalidad de las barras bravas, de los dirigentes corruptos como Grondona; e incluso ha servido de trampolín político para empresarios impresentables, como el caso de Mauricio Macri
Recuperar el fútbol para el pueblo trabajador
En la misma semana en la que se destapó este escándalo, falleció uno de los máximos jugadores que dio este país: René Houseman. Provinciano emigrado, criado en las villas del Bajo Belgrano y obrero hasta el día que firmó con Huracán; el “loco” hubiese sido la víctima perfecta de esta máquina de exprimir talentos que domina el fútbol actualmente.
Pero Houseman resistió, manteniendo vivos sus lazos con la villa, los hinchas y los potreros; ya sea pidiendo el cambio para que entre algún compañero (y al jugar, pudiera cobrar), o repartiendo la ropa oficial de Huracán o Excursionistas entre los pibes de la villa. Lazos que mantuvo fuertes tras su retiro, que lo llevaron a seguir a Huracán desde la popular, jugar un partido en desagravio al Mundial del ’78 organizado por la dictadura o cubrir para un medio villero el mundial de 2014.
Con todos sus vicios y fallas, la trayectoria de Houseman es justamente lo opuesto al fútbol-negocio en el que floreció la red de pedofilia de Independiente, y marca el camino del fútbol que necesitamos.
Para que el fútbol sea del pueblo y no de los empresarios, necesitamos organizarnos desde cada club, los socios e hinchas, coordinando con otros y poniendo en pie una lucha de manera unificada contra el plan privatizador de Macri que destruirá lo que queda de nuestro fútbol. Debemos avanzar en combatir al interior de nuestros equipos el machismo, la pedofilia, la xenofobia y tantos flagelos que golpean al mundo del deporte. Las hinchadas de varios clubes empezaron a armar coordinadoras, como la que hicieron por los DDHH (que marchó por primera vez este 24 de Marzo), y ese es un buen comienzo para dar esta pelea.
Organicémonos para que este hermoso deporte vuelva a ser nuestro, ajeno a las corporaciones mafiosas y sus prácticas; un fútbol de, por y para el pueblo trabajador, de clubes democráticos arraigados a sus barrios y no de empresas transnacionales. El fútbol que queremos, el fútbol que necesitamos pertenece a los Houseman y no a los Macri