La lucha de los trabajadores de Pepsico ha sacudido la realidad nacional. A casi un mes y medio del cierre trucho por parte de la multinacional norteamericana que dejó a 600 familias en la calle, los trabajadores siguen peleando por su fuente de trabajo, recibiendo innumerables muestras de solidaridad obrera a escala nacional e internacional. Para ganar, hoy más que nunca necesitamos sostener el fondo de huelga para que no nos quiebren la lucha por el hambre de nuestras familias. Mientras tanto coordinemos las fábricas y organicemos por abajo el Paro General que necesitamos, aprovechando la movilización del próximo 22 de agosto convocada por la CGT.
El conflicto de Pepsico colocó en el centro del debate nacional la cuestión de los despidos y el cierre de fábricas. Por ello son miles los que se han solidarizado con los trabajadores que heroicamente enfrentaron la represión de la gendarmería para defender su derecho a trabajar.
Sin embargo, para poder ganar no alcanza con resistir, no con la inmensa solidaridad alcanzada o con la campaña de boicot comercial y mediática a la marca. Todo eso sirve pero es insuficiente.
Para torcerle el brazo a la patronal y el Gobierno, debemos pegarle donde mas les duele, donde generan sus ganancias: hay que pararle la producción de las fábricas de la alimentación y obligarlos a aflojar. Por supuesto, eso no depende del traidor de Daer y La Verde que ya demostraron para quienes juegan. Lo que tenemos que hacer es organizar la inmensa bronca y solidaridad que hay en la base de las fábricas, aprovechando la visibilidad que tomó el conflicto para arrancar las medidas desde abajo.
A pesar de la propuesta de la Comisión Interna de Felfort, los compañeros de la Comisión Interna que dirigen esta lucha aun no se han puesto al frente de estas tareas. No han impulsado brigadas de trabajadores que se orienten al conjunto de las fábricas de la alimentación para lograr alguna medida contundente por parte de los trabajadores. Sería una gran oportunidad de extender el fondo de huelga a la base del gremio, uniendo la lucha de todos, independientemente de quien dirija las comisiones internas.
El 22 vamos todos a exigirle a la CGT que rompa la tregua
En ese sentido, el próximo 22 de agosto tenemos una nueva oportunidad. Debemos seguir el camino del último 7 de marzo, cuando los trabajadores corrimos a botellazos a los traidores del triunvirato, para marchar todos unidos para pararle la mano a Macri.
Para ello, esta vez los trabajadores de Pepsico en lucha no pueden dividirse como la vez pasada (por responsabilidad del PTS). Y tal como se lo hemos dicho en repetidas oportunidades a los delegados, hoy son ellos los que tienen la enorme posibilidad de jugar un papel central y desarrollar una unidad efectiva de todos los que quieren enfrentar el plan de ajuste y represión del Gobierno y las patronales.
Podemos aprovechar la fuerza de esta lucha para construir un encuentro de todos los trabajadores que quieran dar esta pelea contra los despidos y la represión, donde se debata en profundidad la situación de los conflictos y como mejor enfrentar a las patronales en acciones contundentes que sean votadas por abajo. Un Encuentro junto a todos los sectores que dicen enfrentar el ajuste (CTA, Corriente Federal, CGTs regionales, comisiones internas en lucha, etc.) que le exija e imponga a las centrales sindicales ponerse al frente de esta pelea, con la concreción de un verdadero plan de lucha y el llamado al Paro Nacional que necesitamos para frenar los ataques al pueblo trabajador.
Estatización de la planta bajo Control Obrero
A esta altura del conflicto, la consigna de “Reincorporación ya” no se va a concretar de la mano de la patronal ni de la Justicia, ya que el fallo a favor de los trabajadores para su reinstalación en la fábrica solo afectaría a 6 compañeros que siguen luchando.
Así planteadas las cosas, para defender todos los puestos de trabajo hoy debemos buscar una salida política al conflicto, sino difícilmente logremos volver con “todos adentro”.
En ese sentido, la única posibilidad es organizar la lucha para que el Estado Nacional se haga cargo de la planta de Florida. Y que ésta vuelva a producir bajo control de sus trabajadores. Y para ello es necesario movilizarse y obligar al Gobierno a tomar política a la que se ha opuesto desde el primer momento.
Es un absurdo que en un país donde crece el hambre y desocupación, el Gobierno permita que se deje sin funcionar una fábrica de alimentos equipada con tecnología de última generación.
Si pusiéramos a funcionar la fábrica en toda su capacidad, podríamos emplear a los 600 despedidos y darle trabajo a varios más. Y sería el Estado quien garantizaría que la producción se comercialice y el capital necesario para lograrlo, pudiendo incluso proveer a los cientos de comedores populares que hoy están desabastecidos y combatir el hambre de los barrios.
Pero al mismo tiempo, debemos pelear para que sean los propios trabajadores quienes controlen lo que la fábrica produzca, porque además de ser los que de verdad manejaban la producción en su momento, han demostrado que son los únicos que de verdad les interesa mantener a la fábrica en funcionamiento.
A su vez, de conseguirlo, sería un gran impulso para organizar la pelea por estatizar bajo control obrero a toda empresa que cierre sus puertas y deje a las familias en la calle.
En ese sentido, hace pocos días los diputados de la izquierda han presentado un proyecto de ley para expropiar la planta Florida. La única forma para que esa ley se haga efectiva es poner la fuerza obrera y popular en la calle.
Necesitamos la mayor unidad y organización para movilizarnos, arrancando el Paro General y el plan de lucha que necesitamos para lograr que los 600 despedidos vuelvan a entrar a Pepsico.