Con una elección marcada por la inmensa polarización, terminó el calendario electoral 2019 y se abre un nuevo ciclo político.
Estas elecciones generales fueron casi vividas como una segunda vuelta y los dos candidatos mayoritarios se llevaron el 88% de los votos. La victoria de Fernández era cantada y Macri se jugó a remontar lo más posible para que la derrota sea menos dura, y lo logró: un 40% frente al 32% de las PASO es más digerible.
¿Esta “remontada” quiere decir que al final no era tanta la bronca contra Macri? No, la remontada tiene una explicación matemática y también una política: si sumamos el aumento en el número de votantes, más los votos que se le fueron a Lavagna, Gomes Centurión y Espert, encontraremos la mayoría de los votos que engordaron el porcentaje de Macri. Pero ¿Qué significa esto políticamente? Que, así como muchos votaron a Alberto como “mal menor” frente a Macri; otros votaron a Macri como mal menor frente a Alberto y Cristina.
La polarización también expresó los distintos sectores sociales: siendo botón de muestra la diferencia entre Capital como máxima expresión de las clases medias urbanas (donde Cambiemos mantuvo la jefatura de Gobierno con el 55% de los votos) y el Conurbano Bonaerense, como mayor concentración obrera del país, donde Alberto arrasó, excepto en algunos municipios de Zona Norte. El odio obrero a Macri se expresó en las urnas y lo capitalizó el “Frente de Todos”.
¿La vuelta del bipartidismo?
El conjunto de los medios y sectores burgueses festejan el resultado en el sentido de la recomposición institucional. Hasta Carrió dijo que se jubilaba porque “volvió la República”. Es que Cambiemos aparece por el resultado electoral como una oposición con peso, que contrarrestará al partido gobernante. Mantener ese equilibrio será la apuesta del conjunto de las alternativas patronales.
Ahora bien, hay que ver que es lo que sucede con el transcurrir de los acontecimientos, porque si algo caracteriza a ambos frentes es su poca solidez ¿Continuará la diáspora radical de Cambiemos? ¿El Frente de Todos tiene vida para rato tal como está? La propia disputa alrededor de quién se subía al palco del triunfo no avizoran un escenario sereno.
En última instancia, será la lucha de clases la que determine como se desarrollaràn las propias alternativas burguesas: ¿podrá Fernández imponer el ajuste que le pide el FMI sin que los propios sectores sindicales que integran su frente no tengan contradicciones? Y los millones que lo votaron para terminar con el ajuste de Macri ¿cómo reaccionarán cuando sus ilusiones no sean cumplidas? Este proceso recién empieza, pero está claro que los trabajadores y trabajadoras en la medida que no vean cubiertas las expectativas van a entrar en escena.