El plan de ajuste y represión que el gobierno Macri venía implementando en sus primeros tres meses de gobierno tuvo el miércoles 24 la primera gran respuesta por parte de los trabajadores a escala nacional, con una masiva participación en las jornadas de paro y movilización de los estatales en todo el país.
Mientras Macri recibía con honores al presidente de Francia, Hollande, y en el Congreso del PJ se comienza a dirimir la interna peronista, la movilización que convocó ATE-CTA ayer se transformó, superando las intenciones iniciales de sus dirigentes, en un canal para que miles de estatales, docentes y algunos sectores de trabajadores privados confluyeran en una gran jornada de lucha.
Fue una contundente expresión de rechazo al plan de ajuste y represión. Los diarios nacionales e internacionales no pudieron evitar señalar que a poco más de dos meses de asumir el nuevo gobierno, miles y miles de trabajadores tapamos las calles del centro de la Capital para exigir nuestros reclamos. Así fue como las columnas de los sindicatos, junto a los partidos de izquierda y algunas organizaciones kirchneristas, no paraban de entrar a la Plaza de Mayo, ocupando varias cuadras y ocupando todos los accesos laterales a la Plaza.
Más de 30.000 personas confluyeron en la Plaza de Mayo y otros miles participaron en las movilizaciones que se dieron en Jujuy, Santa Fe, Córdoba, Río Negro, Entre Ríos, Catamarca y Santa Cruz, entre otras provincias.
De esta manera, una jornada que inicialmente había sido convocada con mucha dilación y sin organización por parte de los dirigentes de ATE y la CTA, se transformó en la expresión de innumerables luchas que el movimiento obrero y sectores populares venían dando en forma aislada contra sus patronales y contra la “modernización del Estado”.
Por eso, lejos de ser la válvula de escape que las direcciones sindicales de las centrales pretendían, la jornada nacional del 24 fue la primera respuesta masiva en todo el país contra los techos salariales, contra los despidos, por la eliminación del impuesto al salario y contra la represión y el protocolo antipiquetes con que amenaza Patricia Bullrich. (Ver nota en esta página).
Por supuesto, ni Moyano, ni Caló, ni Barrionuevo, ni la gran mayoría de los capos sindicales fueron parte de la jornada de paro y movilización. A pesar de que la inflación y los despidos golpean fuertemente a los trabajadores de los gremios que ellos dirigen, sólo se limitan a declaraciones en los medios y a negociar la plata de las obras sociales a cambio de hacer la vista gorda para que pase el ajuste. Por su responsabilidad, amplios sectores del movimiento obrero industrial y de servicios, e incluso de los estatales, quedaron al margen de esta gran jornada unitaria de lucha.
Hasta tuvieron que retroceder de su apoyo apresurado a la modificación al Impuesto a las Ganancias. El propio Moyano dijo que si no se modifican las escalas el gobierno “no estaría cumpliendo sus promesas electorales”. Y su hijo Facundo, tuvo que reconocer que el anuncio es insuficiente y que incluso más trabajadores y jubilados que no pagaban ahora van a pagar el impuesto. Y entre los que fueron beneficiados por el anuncio, una gran parte ni bien terminen las paritarias volverán a pagar el impuesto.
Por otro lado, la movilización del miércoles 24 le impone una obligación a las direcciones de ATE y de las CTAs: darle continuidad a la jornada con un plan de lucha nacional. Ya hay varias provincias que no iniciarán las clases y ATE Buenos Aires convoca un paro el 29 de febrero.
Micheli hace unos días declaró que “no descarta” convocar un paro nacional para marzo. No hay nada que esperar ¡Que le ponga fecha ya! Y a su vez, necesitamos que todas las centrales sindicales rompan sus pactos de ajuste y convoquen a un paro general.
Al pacto de ajuste y gobernabilidad que el Gobierno busca poner en pie junto a empresarios, gobernadores y la burocracia sindical, tenemos que responder unificando los reclamos y las luchas de todos los sectores del movimiento obrero, docentes, estatales y sectores populares. Necesitamos un único plan de lucha y un gran paro general para que no haya más despidos y se repartan las horas de trabajo sin reducción salarial, imponer un aumento salarial del 40% indexado mensualmente según la inflación para todos los trabajadores del país y tirar abajo el protocolo antipiquetes.
En todos los lugares de trabajo tenemos que exigirle a los delegados que llamen a asambleas para organizarnos y preparar esta pelea desde abajo, solidarizándonos con los que están peleando, coordinando las luchas para ir construyendo el plan de lucha nacional que necesitamos para enfrentar el ataque del gobierno y las patronales.