En estos días se difundió la decisión del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires de sumar más escuelas a la Jornada extendida. Si bien plantea que los destinatarios serán los alumnos entre 6° grado de la primaria y 2° año de la secundaria -franja en la cual el gobierno observa las tasas más altas de repitencia y ausentismo-, la innovación , según la Ministra Soledad Acuña, “aspira a que los alumnos también puedan desarrollar “competencias” y habilidades socioemocionales como perseverancia, sociabilidad, autoestima, etcétera.” El otro propósito estaría relacionado con el aumento de los niveles de presentismo a través de una mayor motivación.
Hasta aquí queda claro que la propuesta continúa profundizando la tendencia de alejar a las escuelas estatales de los sectores populares, del eje de la enseñanza de los contenidos disciplinares, centrando en la adaptación social y la contención de los niños y jóvenes.
Las competencias y habilidades socioemocionales, la construcción de la subjetividad como parte de la comunidad con el horizonte en un proyecto de vida, poco tiene que ver con la educación, pero mucho con el modelo de la “autoayuda” y la formación de mano de obra descalificada y dócil, como exigen las multinacionales que saquean nuestro país y bancan a las ONG y fundaciones que “tanto se preocupan” para que los jóvenes estén la mayor cantidad de horas posible en las escuelas.
Este proyecto explicita que las actividades correspondientes a las horas incrementadas se desarrollarán en clubes, bibliotecas, centros culturales y parroquias, o sea, fuera de los establecimientos escolares o en espacios no formales. Para cubrir estas 9 horas semanales el ministro Bulrich planteó a la prensa que “ampliará los horarios de algunos docentes que ya forman parte del sistema. Y al mismo tiempo contratará nuevos docentes con cargos transitorios; y, para trabajar las técnicas de estudio, se incorporará a facilitadores pedagógicos por medio de un convenio con la ONG Enseña por Argentina.”
Esta revolución educativa viene de la mano del disciplinamiento social y la flexibilización laboral.
La escuela de jornada extendida no es una propuesta nueva, es un proyecto impulsado desde los organismos internacionales, que focaliza en los sectores más empobrecidos y se vienen implementando gradualmente en las provincias. Aunque la mayoría de los docentes tiene claro que la innovación seguirá “corriendo por su cuenta” y que la tarea será de contención, suelen aceptar porque le prometen una mejor jubilación. En las nuevas condiciones que propone el Gobierno las nuevas horas y espacios serán cubiertos precariamente, profundizado una situación cada vez más común en el sector docente (Fines, Coas, Mejoras, etc.)
Nuevamente queda en nuestras manos salir a luchar por el derecho a una educación pública que permita el acceso al conocimiento a los sectores populares. Los partidos patronales salen a la ofensiva en la búsqueda de un “espacio” para la contención social y la burocracia sindical impide que se abra el debate que necesitamos, al defender a rajatabla todo lo actuado por el kirchnerismo. Luego de la contundente Marcha Federal contra el ajuste y la precarización laboral, la lucha tiene que continuar. Necesitamos que las CTAs y la CGT llamen a un paro nacional para derrotar el plan de ajuste de Macri y los gobernadores.
Estamos convencidos, además, de que las familias que con tanto esfuerzo envían a sus hijos a la escuela y los estudiantes que luchan por el boleto educativo, es con quienes tenemos que discutir que educación queremos y nada tienen que ver con el modelo de la “extendida”. El lugar de los jóvenes es el mundo, la escuela debe ser su trampolín, no su conteiner.
(Caricatura Pagote)