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Preparar las peleas que se vienen

Si bien ahora los ojos, las conversaciones, las noticias están enfocados en lo que pase el 19 de noviembre, el empresariado ya se encuentra discutiendo qué pasará después. Teñida con distintos discursos, la Reforma Laboral, se encuentra a la orden del día. 

Las multinacionales mineras se preparan para entrar en El Bolsón (Río Negro) y llevarse el litio del norte. Ya han autorizado la exploración offshore en Mar del Plata. Y por supuesto la mano del FMI condiciona todas las políticas en función de garantizar los dólares para el pago de Deuda. 

Han comenzado, a cuentagotas, algunos despidos y persecución contra activistas en distintas fábricas. La justicia ratificó las condenas a Daniel Ruiz y César Arakaki, quien corre riesgo de ser encarcelado.

Las fuerzas de la patronal se están preparando para el día después. Gane quien gane, buscarán aumentar sus márgenes de ganancia a costa de mayor explotación y mayor miseria para los trabajadores.

El futuro es de ajuste

Si gana Javier Milei esto es claro. Porque propone un ajuste aún más brutal que el del FMI, dicho literal. Atacará los servicios públicos como la salud y la educación. Y su reivindicación  de la Dictadura deja en claro cómo va a  responder a la resistencia de las luchas obreras y populares.

Esto no quiere decir que con Sergio Massa viviremos en abundancia y alegría. Muchas y muchos trabajadores ya lo conocen, de pasarse de una corriente política a otra, y de ser un agente directo de la embajada de EEUU. 

E incluso, aunque Massa resulte el vencedor, la ultraderecha habrá salido fortalecida. Porque el crecimiento de Milei fortalecerá sus ideas económicas, el negacionismo de la Dictadura y sus propuestas. Un ajuste aplicado por un Gobierno de Unión por la Patria (UxP) puede darle más aire. Contará con más de 30 bancas en el Congreso, más las que le aporten Macri y Bullrich.

En mayor o en menor medida, en el futuro próximo veremos más saqueo imperialista, más ajuste, y por supuesto más represión para garantizarlo.

Hay que estar preparados

El ajuste no está esperando a que pasen las elecciones. Ya nos está golpeando en el bolsillo con la altísima inflación. Y el salario no alcanza, ni con los aumentos en cuotas firmados en paritarias, ni con la devolución del IVA.

Tenemos que preparar ya las próximas peleas. Como los dirigentes que tenemos en los sindicatos y en la CGT y las CTAs no lo hacen, debemos tomar esa tarea en nuestras manos. Organizando a nuestras compañeras y compañeros en los lugares de trabajo, de estudio, en los barrios. Preparando desde abajo la pelea. Los trabajadores de BedTime nos muestran que es posible ganar.

Hay que añadir que el ajuste no pasará sin represión. Además, como yo dijimos, incluso con una derrota electoral de la derecha, esta ya se encuentra organizada y con mayor fuerza política. Por eso es importante que nos preparemos para defendernos. Todo conflicto que quiera triunfar tiene que organizar su propia defensa.

Construir una alternativa

Lamentablemente con luchar solamente no alcanza, mientras los Gobiernos sigan pegando. La salida no es esperar 4 años a tener más opciones en las elecciones. Los trabajadores tenemos que construir nuestro propio programa contra la crisis.

Un programa que se plantee romper con el FMI y con todas las ataduras a las potencias extranjeras, logrando una Segunda y Definitiva Independencia. Que recupere los recursos naturales de la mano de las multinacionales que destruyen el medio ambiente. Y que ponga la economía en manos de quienes generamos la riqueza realmente, los trabajadores. De esta manera podremos garantizar una vida digna para nuestras familias.

Esto solo puede lograrse mediante una Revolución, una como aquella que nos liberó del dominio español. Una que atraviese toda América Latina, a manera de la que ocurrió a principios del siglo XIX. Pero esta vez deberá ser una Revolución Socialista dirigida por los trabajadores, al igual que la rusa de octubre de 1917. Mientras no construyamos la herramienta que necesitamos para llevar esa tarea adelante, estaremos dando vueltas en un laberinto. El laberinto en el que nos encierran Massa, Macri, Milei y compañía, donde elegimos un mal menor que nos siga ajustando mientras las multinacionales se adueñan del país.