Muchas compañeras están siendo protagonistas de las luchas por conseguir el aborto legal, antes no se animaban y hoy participan con alegría y expectativa de los pañuelazos y marchas que empiezan a replicarse en los barrios, no sólo frente al Congreso. El pañuelo verde, que instaló la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, se volvió un símbolo que representa el deseo de miles de mujeres que quieren decidir el momento de su maternidad. Si tenés el pañuelo atado, estás a favor del aborto.
Es muy bueno que cada vez más gente se pronuncie por este derecho, que incluso las actrices y personajes del espectáculo muestren a millones el deseo de terminar con el aborto clandestino, pero es importante debatir qué ley necesitamos las trabajadoras para decidir de verdad.
Desde Lucha Mujer y el PSTU apoyamos e impulsamos todas las acciones que peleen por la legalización del aborto, estamos convencidas que la masividad lograda por la más amplia unidad es el camino correcto. Cantamos y marchamos con alegría junto a compañeras que tenemos diferencias políticas y que nos enfrentamos en otras cuestiones, pero también decimos que las trabajadoras necesitamos mucho más que lo que expresa la ley que han presentado varios diputados cuya gran mayoria no son representativos de la clase obrera.
Necesitamos nuestra ley
La ley que presenta la Campaña, junto a diputadas del FIT, plantea la interrupción voluntaria del embarazo, deroga el artículo que lo penaliza, y ofrece muchos avances en la autonomía de las mujeres para decidirlo. Este proyecto es un avance, en relación a la actual situación de clandestinidad, pero limitado como propuesta integral de cuidado y respeto de la salud de la mujer.
El lema que tantas veces decimos “educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir” no se expresa de manera contundente en este proyecto. Para que eso pueda ser posible deberíamos tener una ley de aborto que incluya la obligatoriedad de la educación sexual en las escuelas con control de aplicación de las trabajadoras de la educación y las estudiantes, ampliando el concepto de educación sexual a los centros de salud, con charlas abiertas en los barrios, así como también en los lugares de trabajo de manera obligatoria y dirigida por los sindicatos y delegados sin intromisión de la patronal o el Estado.
Del mismo modo, es necesario que se acceda realmente por parte de los trabajadores y los sectores populares, al igual que los estudiantes, a los métodos anticonceptivos más convenientes y que cada persona desee, de manera gratuita y sin restricciones. Los hospitales, y centros de salud en los barrios ahora carecen de cualquier tipo de insumo, sin presupuesto no hay tampoco anticonceptivos disponibles para quienes lo necesitan.
Por último, la interrupción voluntaria del embarazo debe hacerse con profesionales suficientes, en condiciones de higiene y con los insumos necesarios en los hospitales públicos. Si la ley no exige un presupuesto específico y no dice de dónde sacar el dinero para lograrlo, es letra muerta. Porque las trabajadoras tendrán que ir a hacer la fila desde las 3 de la mañana para tener un número, como ahora hacen ante cualquier consulta en el hospital, porque cada vez hay menos médicos, enfermeras y trabajadores de la salud y no alcanzan.
Porque no hay insumos, ni condiciones de higiene ante la falta de mantenimiento. Porque tampoco hay equipos que contengan, acompañen y ayuden a las mujeres que pasan por esta situación. Porque no existen programas de capacitación y de combate al machismo, para que tampoco sigamos sufriendo violencia obstétrica o condena social por parte de los profesionales que no están a favor del aborto.
La lucha es el camino
Nuestra ley, la de las trabajadoras y las pobres, debería contemplar estos puntos, tendría que tener una comisión de control de la misma a cargo de las organizaciones de trabajadoras y de organizaciones de mujeres, para garantizar que se cumpla. Debería exigir dentro de sus puntos el presupuesto acorde para garantizar los abortos en el hospital público, obligando también a aumentar el presupuesto educativo y de salud, diciendo que ese dinero debe provenir del no pago de la deuda externa y de los impuestos progresivos a las grandes multinacionales y terratenientes.
Pero sobre todo, si la ley de las trabajadoras se presentara así al parlamento, igual diríamos que eso solo no alcanza, para lograr que se vote y aplique será necesaria la lucha del pueblo trabajador en las calles, con las compañeras al frente. No podemos dejarlo en manos de ese Congreso corrupto ni de gobiernos ajustadores y antiobreros como el de Macri.