¿QUÉ HAY DETRÁS DE LOS ANUNCIOS DE DESPIDOS EN FORD?

Lamentablemente, hace semanas se conoció una noticia largamente esperada: Ford dejará de producir definitivamente el Focus en Argentina, y con eso reducirá de forma drástica su personal. Y aunque la propia empresa se apresuró a declarar que esta reducción no tiene relación con la caída en las ventas de automóviles producto de la crisis; es evidente que la situación económica del país tiene su incidencia en la decisión. Pero ciertamente la medida tiene razones más profundas, que tienen que ver con el máximo objetivo político de las patronales industriales: profundizar la flexibilización laboral.

Por Nepo

En medio, y mientras algunos rumores apuntan a que el Focus se produciría en China debido a las negociaciones entre es empresa y Trump, y otros rumores hablan de una posible alianza con Volkswagen para que a la larga se termine haciendo cargo de la planta de Pacheco; Ford se concentra en la producción de pickups principalmente para exportación, como hicieron otras automotrices en busca de limitar la mano de obra e intensificar las tareas. Una lógica no muy diferente a la del agronegocio; concentrado en un producto exportable de alto rendimiento, y con el uso de la menor cantidad de mano de obra posible.

En las automotrices, está tendencia viene hace años. Hace tiempo, las empresas tenían cierta autonomía en cuanto al desarrollo de modelos y la organización de la producción, enfocada principalmente a un mercado interno poco desarrollado. Pero desde después de 2001, la combinación de apertura del país, bonanza económica, integración en el Mercosur y las primeras etapas de la flexibilización laboral; se pasó a un sistema de producción concentrado en pocos modelos exportables y preferentemente de alta gama, producidos en masa bajo control estricto desde las casas matrices. A eso, se le sumó la aplicación de la automatización y robotización; pero principalmente las nuevas prácticas de trabajo derivadas del toyotismo.

Así, las multinacionales de la industria automotriz lograron cifras récord de vehículos fabricados. Pero ni bien entró la crisis en nuestro continente y empezaron a achicarse las ventas, las empresas aprovecharon para recrudecer su política de maximizar la ganancia produciendo lo mismo (o más) con menos personal; hasta donde la ley (por ahora) lo permitiese.

 

De la mano de SMATA se vacía una empresa histórica

La planta de Ford de Pacheco tiene más de medio siglo, y fue escenario de grandes luchas obreras; y también de grandes persecuciones contra los trabajadores. En el actual quincho de los operarios, existió durante la dictadura un centro clandestino de detención; donde fueron torturados varios activistas a pedido de la gerencia. Aún así, la dictadura no pudo lograr que los obreros realizaran diferentes medidas de fuerza clandestinas, como el trabajo a reglamento o el trabajo a desgano.

Con la vuelta a la democracia, también se dieron grandes luchas bajo el gobierno de Alfonsín, Menem; y finalmente bajo De la Rúa cuando se discontinuó el Escort, dejando a miles de operarios en la calle.

Si casi todas estas luchas terminaron en graves derrotas, se debió a un factor clave: la conducción del SMATA, gremio de los trabajadores automotrices.

Socia eterna de las empresas, la conducción del SMATA dirige sindicalmente a las fábricas automotrices y autopartistas con métodos dictatoriales y mafiosos. Muchos de sus dirigentes han colaborado con la triple A y la dictadura en la cacería de activistas; y los actuales dirigentes se han limitado al uso de patoteros con el mismo fin.

Pero su política hacia las empresas y el gobierno es totalmente opuesta: Pignanelli (jefe nacional del sindicato) fue totalmente conciliador con Macri desde que asumió… hasta que dejó de lado la “ley de autopartes” que favorecía a empresas argentinas. Es decir, rompe con Macri por una reivindicación patronal. Y su “ruptura” tampoco es muy violenta: hasta ahora, la medida en la que SMATA más se destacó fue en la peregrinación religiosa a Luján para rogar por pan y trabajo.

En las fábricas, esta política se traduce en delegados diciendo que “no se puede hacer nada”, sembrando la desesperanza y aislando, señalando e incluso persiguiendo a los compañeros más rebeldes; y promoviendo los “retiros voluntarios” que ofrece la empresa

 

La trampa de los “retiros voluntarios”

Muchos compañeros, viéndose sin alternativas para luchar contra los ritmos de explotación cada vez más frenéticos, naturalmente se desmoralizan y solo piensan en salir del infierno de la fábrica antes de que termine de romperlos. Y las empresas, conscientes de esto y en acuerdo con el gremio, facilitan esta huida proponiendo retiros voluntarios: acuerdos de renuncia por encima de la indemnización por despido.

Estos “retiros voluntarios” no solo son pan para hoy y hambre para mañana (ya que por generosos que sean, en este país de megadevaluaciones y corralitos más de una pequeña fortuna se esfumó de un día para otro), sino que además solo sirven para debilitar la lucha, dividir nuestras fuerzas y dejar a los que quedan más débiles a la hora de enfrentar a la patronal: los único que logran los retiros es que la empresa pueda echar a cientos de obreros sin tener conflictos.

En el caso de Ford esto es estratégico, ya que el pasado reciente les enseñó que despedir a miles a la vez puede terminar en un estallido de bronca; como sucedió cuando discontinuaron el Escort en 2001.

Unirnos y organizarnos para luchar por nuestro trabajo

Pero los compañeros no comen vidrio. A muchos ya le está haciendo ruido la idea de irse, pero quedarse sin cobertura médica. Otros, cuyo retiro no fue aprobado, saben que es probable que la empresa trate de cerrar el acuerdo por menos de lo prometido. Y cada vez más son los que ven que estos arreglos no son ninguna salida.

Es necesario que los compañeros más conscientes se unan y organicen para combatir las mentiras y las extorsiones de la empresa; para convencer a los demás compañeros de no aceptar los retiros, y para exigir a los dirigentes sindicales que se dejen de marchas absurdas a Luján, y rompan su tregua eterna con la empresa para plantarse y defender a los operarios, o que den un paso al costado.