Quién paga y quién no paga en el modelo K y a dónde va la plata

Con un suspiro de alivio, Moyano y compañía anunciaron que la decisión del Gobierno de no cobrar Impuesto a las Ganancias sobre el medio aguinaldo de fin de año de quienes ganen menos de $ 35.000 era excusa suficiente para “postergar” el paro nacional con el que venían amagando.
A los 800.000 trabajadores beneficiados por la medida les da un respiro de un mes para ponerse al día con las deudas y cuotas, aunque seguirán pagando el resto del año. Para la inmensa mayoría de los trabajadores que no pagan ese impuesto, el nuevo recule de los dirigentes de las centrales deja sin respuesta los reclamos más sentidos de poner fin a los despidos y suspensiones y del bono de fin de año.
De todos modos esta pulseada que se viene repitiendo en torno a las ganancias reavivó una vez más el debate en torno a “quién debe pagar impuestos” y para qué. Cristina, después de semanas de licencia por enfermedad, volvió con todo por la tele y el twitter, reclamando la “solidaridad de los trabajadores que ganan más con los que menos tienen”. Y asegurando que con lo que aportan los que pagan “Ganancias” se mantiene la Asignación Universal por Hijo y otros subsidios a los sectores de menores ingresos, como los planes para desocupados.
Esos argumentos kirchneristas se derrumban apenas se mira quién paga los impuestos que cobra el Gobierno y a dónde va realmente la plata.
El gráfico que presentamos con este artículo muestra que el 21% de lo que cobra el Gobierno en impuestos es por Ganancias, el 29% es por IVA y el 27% por aportes a la seguridad social. Es decir, más de tres cuartos de la plata que cobra el Gobierno sale de esos tres impuestos, que son aportados en su mayor parte por los trabajadores.
En cambio, el impuesto a las operaciones bancarias y las retenciones a las exportaciones -es decir, lo que pagan los sectores patronales que más ganan en el país como los bancos y las multinacionales que manejan el comercio exterior- no cubre ni el 15% de lo que recauda el Gobierno. Esto no puede sorprendernos si pensamos en el régimen minero kirchnerista que permite a la Barrick Gold y otros monopolios llevarse la mayor parte de los minerales que extraen sin pagar nada. Y la ley petrolera que acaba de aprobar el kirchnerismo da a las multinacionales el derecho a exportar parte de la producción sin traer las ganancias al país. Mientras tanto en la Argentina sigue sin haber un impuesto a las ganancias financieras: los especuladores no pagan un centavo de impuestos.

 

¿A dónde va la plata?

Según los datos del Gobierno, el presupuesto 2014 fue de 860.000 millones de pesos, más o menos 100.000 millones de dólares al cambio oficial. De acuerdo a Cristina, desde que se volvió a pagar la deuda externa a partir de 2007, es decir, en ocho años, el Gobierno ha entregado 190.000 millones de dólares a los banqueros y fondos buitres. Si los pagos fueran iguales todos los años, serían 24.000 millones por año, un cuarto del presupuesto total. Y eso sin contar que según Cristina este año se pagó mucho más que en año anteriores y lo mismo va a pasar en 2015, porque a los vencimientos programados se suman los 10.000 millones que reclaman los fondos buitres a través del juez Griesa de Nueva York.
A esto hay que agregar otros 20.000 millones de dólares que se van en subsidios a las ganancias de empresas de servicios, (luz, gas, transporte,), petroleras, etc., a pesar de lo cual seguimos con los cortes de energía y de gas y el precio de la nafta sigue por las nubes.
Con estos números queda claro que en la Argentina del modelo kirchnerista los trabajadores aportamos la mayor parte de los impuestos para que los banqueros y fondos buitres y las multinacionales se la sigan llevando con pala. Comparado con eso lo que se paga por la Asignación por Hijo y los subsidios a los desocupados son moneditas. Los pedidos de Cristina de “solidaridad con los más pobres” son un engaño, una mentira descarada.
Por eso coincidimos con todos los que reclaman el fin del “impuesto al trabajo” y la eliminación del IVA sobre los artículos de primera necesidad como un primer paso para acabar con esta injusticia.