“El miércoles 30 de julio Juan Alberto López Torales, segundo comandante de Gendarmería, se tiró sobre el capot del Chevrolet Corsa conducido por Christian Romero para simular un atropello. Romero solidario con el movimiento en Lear fue golpeado, esposado y detenido; el fiscal Diego Molina Pico lo acusa de intentar atropellar a un funcionario público. El jueves pasado en las redes sociales estalló el video que desnudó la trampa. Con un añadido: el armado contaba con el visto bueno de Berni; el coronel retirado Roberto Ángel Galeano estaba en el lugar de los hechos, y el Negro Galeano y el doctor Berni se conocen desde hace por lo menos 15 años. Galeano había pasado a retiro durante la gestión de Nilda Garré en Defensa. El pasado viernes 5, el mismísimo Secretario de Seguridad aseguró que el gendarme López Torales cumplió con su deber. El gendarme cumplió una orden de Galeano. Aun así, Cristina Fernández despidió a Galeano, mientras Berni debió asumir públicamente la decisión que no tomó. Ése fue el precio para seguir en el cargo, dicen los que saben. En rigor de verdad la pregunta es otra: ¿nadie ignora que Berni dio la orden, entonces por qué solo cae Galeano?”1. (Subrayados nuestros)
Curiosamente, esta columna que ilustra la escena del “gendarme carancho” no pertenece a ninguna organización de izquierda, que hace tiempo viene denunciando el giro represivo del Gobierno kirchnerista. Por el contrario, es un extracto de la nota publicada por Alejandro Horowicz, habitual editorialista del diario oficial Tiempo Argentino.
Anteriormente fue el propio Horacio Verbitsky, quien desde sus líneas en Página 12 había salido al cruce del ex coronel carapintada: “Del control político al control de las fuerzas de seguridad por un militar, una parábola completa”2. Y fue el mismo periodista quien hace un tiempo atrás se había despegado del nombramiento de César Milani al mando del Ejército, denunciando desde el CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales) su presunta participación en la desaparición del soldado Ledo en La Rioja durante la última dictadura militar genocida.
Estas expresiones reflejan en la superficie la crisis existente en las filas de quienes adhieren al kirchnerismo. Y no es para menos. La irrupción de este personaje ha agigantado la brecha entre el relato y la política concreta kirchnerista.
En menos de un mes, desde su puesto en la Secretaría de Seguridad de la Nación, esta caricatura de “Rambo” ha desplegado un verdadero programa de acción represivo, marcando la agenda de la derecha nacional. Así lo vimos junto al macrismo al mando de las topadoras que desalojaron a la gente sin techo en la Villa “Papa Francisco” en Villa Lugano, impulsando la ley antipiquetes que cercena el derecho a la protesta social, desatando una verdadera campaña xenofóbica que intenta estigmatizar a los inmigrantes culpándolos del aumento de la inseguridad.
Y no es casual que Massa, Macri y Scioli se referencian en su agenda política.
Ahora bien, volviendo a la pregunta planteada por Horowicz acerca de por qué no cae Berni luego del mamarracho acontecido en la Panamericana, tenemos la obligación de avanzar en su respuesta. Y en ese sentido, debemos señalar que lejos de quienes intentan disimular esta escalada represiva ubicando a Berni como un “funcionario equivocado” y/o un “agente extraño” al kirchnerismo, debemos decir que Berni no cayó simplemente porque a él lo puso y lo sostiene Cristina, porque es la respuesta de su gobierno ante la crisis.
Berni es la respuesta de Cristina ante la crisis
¿Alguien puede siquiera imaginar que Berni actúa independientemente de la voluntad de Cristina?
O dicho de otro modo, ¿alguien puede negar que el aumento evidente de la represión a las luchas sociales y las puestas en escena de Berni, son la respuesta del kirchnerismo ante la profundización de la crisis, que son la otra cara del propio modelo “nacional y popular”? Desde estas páginas hemos denunciado sistemáticamente de qué se trata y a quién favorece el famoso modelo y venimos proponiendo un plan alternativo obrero y popular.
No obstante, consultado por si estos hechos no contradicen el ADN kirchnerista, el flamante secretario de Coordinación Estratégica del Pensamiento Nacional y líder de los intelectuales de Carta Abierta, Ricardo Forster, intentó negar esta realidad harto evidente: “El kirchnerismo no es algo homogéneo o monolítico sino que es también un campo de disputas. Es inimaginable que una alianza o un espacio complejo como éste no tenga conflictos a su interior (…) Pero mientras el Gobierno Nacional, y quien conduce, siga manteniendo una política de ampliación de derechos y de tolerancia, hablamos de un problema puntual de un funcionario puntual que está equivocado y debería corregirse”3.
Es decir, la “jefa” –como le suele decir la militancia kirchnerista a Cristina- estaría siendo una víctima de la disputa de la derecha al interior de su propio gobierno, estaría sufriendo un complot por parte de un coronel que no tendría ninguna posibilidad de “catapultarse a la fama” si no fuese porque la propia presidenta lo puso en ese puesto y lo sostiene. Poco creíble en alguien que ostenta el poder de manera tan personalizada, no por nada sus laderos le han puesto ese apodo devenido de la estructura verticalista peronista.
Esto más bien se asemeja a la mirada complaciente de aquellos hijos que NO quieren ver los errores de sus padres, porque asumir las cosas tal como son los llevaría a cuestionarse su propia existencia y su complicidad en todo este recorrido. Pero en términos políticos, este análisis no resiste el más mínimo rigor de realidad.
Algo similar decían, y dicen, los intelectuales del peronismo “progresista” para justificar la relación de Perón y su ministro López Rega, el creador de la trágica Triple A. Siguen sin comprender que cuando “el general” echó de la plaza a los que gritaban contra la burocracia y defendían el “socialismo nacional”, no se había equivocado, estaba simbolizando un verdadero plan de acción y de gobierno.
Por eso, salvando las distancias comparativas, así como ayer “el brujo” López Rega actuaba bajo el ala del “general” hoy no podemos ubicar el accionar de Berni como la de “un funcionario puntual equivocado”. Por el contrario, Berni es Cristina, es el brazo ejecutor represivo de la “jefa” al que los trabajadores debemos enfrentar abiertamente.
¡Fuera Berni! ¡Basta de reprimir luchas obreras y populares!
Como muy inteligentemente plantea el propio Horowicz en la nota anteriormente citada, el tema de fondo pasa por “¿Cómo enfrentar la recesión que al final llegó? El dilema: o se acepta la reducción de la ganancia empresaria, o se impulsa un ajuste tradicional.”
Lo que el autor no termina de decir es que ante esta disyuntiva el gobierno de Cristina ya ha dado muestras más que suficientes como para afirmar que está en marcha el plan de ajuste para que la crisis la paguen los trabajadores, y es por ese motivo que hay un avance notorio de la represión a las luchas obreras y populares que lo resisten.
En este escenario, desde el PSTU llamamos a la más amplia unidad de acción para exigir al Gobierno la renuncia de Berni y el cese inmediato a la represión a los luchadores obreros y populares. Y esto forma parte del enfrentamiento al plan de ajuste de conjunto. Hacemos extensivo este llamado a todas las organizaciones políticas, gremiales, de Derechos humanos y sociales para frenar este atropello, independientemente de cual sea su valoración política del proceso kirchnerista. A pesar de no coincidir con sus planteos, interpelamos especialmente a los luchadores honestos que se reconocen a sí mismos como parte de este modelo pero que no aceptan la represión a la protesta como una salida ante la crisis, a que nos movilicemos juntos por estas consignas.
Notas:
1 Extracto de la nota “Los mandatos de la nota del conflicto social”. Ver nota completa en www.infonews.com/2014/09/08/politica-161011-los-mandatos-de-la-logica-del-conflicto-social.php
2 ”¿Quién es el canoso de barba?”. Horacio Verbitsky, 31/08/2014. Ver en pagina12.com.ar.
3 Entrevista a Ricardo Forster realizada por Nicolás Lantos en Página/12, domingo 07/09/2014.