¿QUIÉNES FUERON LAS DIRIGENTES DE LA REVOLUCIÓN RUSA?

Las mujeres jugaron un rol fundamental en la Revolución Rusa, varias de ellas ocupando puestos importantes dentro del Partido Bolchevique. Queremos resaltar su participación, como así también exponer la necesidad de la revolución, como eje central para nuestra liberación y la liberación de todas las opresiones.

Las mujeres de la clase trabajadoras no sólo somos explotadas en el sistema capitalista en que vivimos, sino además, sufrimos la opresión machista que el mismo sistema utiliza para explotarnos aún más.

No es de extrañar que hayamos sido el motor de sucesos revolucionarios. Nuestra necesidad de luchar por la igualdad de derechos y erradicar la miseria y el hambre, llevaron a que pequeños reclamos escalaran hasta convertirse en grandes movilizaciones que cambiaron la historia de nuestra clase.

Febrero

En el Día Internacional de la Mujer de 1917, las trabajadoras textiles del barrio de Vyborg, en Petrogrado, se declararon en huelga y fueron de taller en taller, extendiendo la huelga y enfrentando la violenta represión de la policía y del ejército del zarismo. Exigían pan, el fin de la guerra (la Primera Guerra Mundial) y el retorno de sus compañeros del frente de batalla. Esta espontánea iniciativa, que corrió a cargo de la parte más oprimida del proletariado, terminó desencadenando la Revolución de Febrero, que derrocó al Zar e instauró un Gobierno Provisional.

Algunas de las destacadas bolcheviques que la dirigieron fueron Anastasia Deviátkina, obrera industrial, quien organizó un sindicato de esposas de soldados, Nina Aghadzanova, representante del distrito de Vyborg al Soviet de Petrogrado, que desarrolló una intensa actividad de agitación y propaganda, y Zenia Ezeghorova, Secretaria del Partido en Vyborg, una de las organizadoras de las acciones sobre las barricadas de soldados.

Después de Febrero

El Gobierno Provisional no puso fin a la guerra, haciendo caso omiso a las necesidades del pueblo trabajador. Esto dio pie a nuevas protestas, muchas encabezadas por mujeres. Un ejemplo fueron las 40.000 lavanderas organizadas en un sindicato dirigido por la bolchevique Sonia Gonschárkaia. Se declararon en huelga por aumento salarial, jornada de 8 horas, mejores condiciones de trabajo, higiene y salubridad, prestaciones de maternidad (llegaban a ocultar su embarazo hasta dar a luz en la propia fábrica) y fin del acoso sexual.

En el lapso entre Febrero y Octubre regresaron del exilio importantes dirigentes del Partido: Nadezha Krúpskaia, Inessa Armand, Aleksandra Kollontái, Koncordiya Samoilova, Ludmila Stal y Evgenia Bosch, entre otras. Al llegar se encontraron con un nutrido grupo de militantes bolcheviques muy activas, como Vera Slútskaia, Secretaria del Partido en un barrio obrero, que ya había propuesto reeditar el periódico Rabotnitsa (‘La Mujer Trabajadora‘) y crear un Comité para coordinar el trabajo sobre la mujer.

Nadezha Krúpskaia fue una gran organizadora política, labor que desempeñó muchas veces en la clandestinidad y estando Lenin (su compañero) en el exilio. Ocupó un importante cargo en el Ministerio de Educación del nuevo Estado Obrero.

Aleksandra Kollontái fue la primera mujer elegida para el Comité Ejecutivo del Soviet de Petrogrado, miembro del Comité Central del Partido Bolchevique donde votó por la insurrección y la toma del poder. Tras la victoria de la Revolución de Octubre fue la primera mujer en la historia que formó parte de un gobierno, ocupando el Comisariado del Pueblo para la Salud y el Bienestar Social.

Octubre

Para el triunfo de la Revolución de Octubre fue fundamental la participación de las militantes bolcheviques. Tomaron tareas importantísimas como comunicación entre localidades, asistencia médica, coordinar levantamientos en distintas zonas de la capital, y también fueron integrantes de la Guardia Roja.

Aleksandra Rodiónova, conductora de tranvías de 22 años, aseguró la salida de tranvías con ametralladoras, garantizó el servicio de tranvías y el control de los puestos de la Guardia Roja durante la toma del poder.

Esta segunda Revolución instauró el primer Estado Obrero de la historia, que  tomó desde el primer momento la  tarea de lograr la emancipación real de la mujer, necesaria para la defensa y desarrollo de la nueva sociedad. Inessa Armand junto con Kollontái organizaron en 1918 el Primer Congreso de Trabajadoras y Campesinas. En él se debatieron los problemas de la opresión de la mujer en la familia y la creación de guarderías, lavanderías y cocinas públicas, indispensables para la liberación femenina.

Todos los derechos legales y materiales que se consiguieron en dicho Estado (divorcio, legalización del aborto, leyes laborales igualitarias, acceso a puestos importantes, socialización de las tareas domésticas, entre muchos más), tuvieron que ver con la activa militancia de las mujeres bolcheviques. Compañeras que entendieron que su tarea principal, para dar fin a toda explotación y opresión, era la toma del poder por la clase obrera.

A partir de la década del ‘30, Stalin, con la burocratización de la Unión Soviética, se encargó de dar marcha atrás en las conquistas obtenidas por la Revolución de Octubre. Lamentablemente valiosas dirigentes como Krúpskaia y Kollontái sucumbieron al estalinismo. Esa terrible contradicción no impide reconocer sus aportes a la causa del socialismo y a la emancipación de la mujer trabajadora.

Pero la llama se mantuvo. Para recuperar el impulso revolucionario y combatir contra la burocratización del Estado Obrero se conformó la Oposición de Izquierda, conducida por León Trotsky. Allí también se jugaron mujeres bolcheviques como Evgenia Bosch, Nadezhda Joffe y Natalia Sedova.

Es sumamente importante valorar la contribución de todas ellas a la historia de nuestras luchas. Nos demostraron que sólo con la toma del poder y con las mujeres trabajadoras a la cabeza, fue posible dar pasos firmes hacia la igualdad y la liberación femenina.