Pocos días después del bombardeo a una base del régimen sirio en Homs, Donald Trump ordenó el lanzamiento de la GBU-43, una gigantesca bomba de 10 toneladas, en una zona montañosa al este de Afganistán y cerca de la frontera con Pakistán. No por casualidad la GBU-43 es conocida como “la madre de todas las bombas”: con un costo de fabricación de 300 millones de dólares, es la mayor del arsenal no nuclear estadounidense. Su enorme poder letal se basa en la inmensa presión de aire que libera, pudiendo arrasar estructuras que están a 60 metros de profundidad.
La excusa fue destruir túneles y otras instalaciones del denominado Estado Islámico. Washington dijo mataron a casi un centenar de milicianos, sin “daños colaterales” entre la población. Si tomamos en consideración el poder destructivo de la bomba y el largo histórico de genocidios perpetrados por el imperialismo, realmente no se puede creer que no hayan muerto civiles. El gobierno afgano, que antes había anunciado que el contingente del EI era de menos de 400 en no más que dos provincias, consintió el operativo. El escenario previo se completó con la muerte, el pasado 8 de abril, de un efectivo de las fuerzas especiales de EEUU en un enfrentamiento con el grupo terrorista.
Si el EI fue la excusa, el motivo real es que Trump, con una bajísima popularidad y una agenda de medidas reaccionarias y en general rechazadas por el pueblo de EEUU, vio en los operativos militares “contra el terrorismo” un camino para fortalecerse. El ataque en Siria ya había sido “bien recibido” por republicanos y demócratas. La Casa Blanca quiere lanzar un “mensaje” al mundo de su inigualable poder militar y destructivo. Pretende recordar a todos “quién es el que manda”.
Trump no tardó en celebrar el lanzamiento de la “madre de todas las bombas” como “otro éxito” del ejército de su país, del cual dijo estar “muy, muy orgulloso”: “Tenemos el mejor ejército del mundo y ha hecho su trabajo, como siempre”, afirmó en su conocido tono ufano y arrogante.
Las amenazas a Corea del Norte
Además de “demostrar fuerza” en la convulsionada región de Medio Oriente, Trump utilizó el lanzamiento de la GBU-43 para intimidad y fortalecer su posición en las tensas relaciones que mantiene con Corea del Norte, que recientemente realizó un lanzamiento fallido de un misil balístico.
EEUU consideró las ambiciones nucleares norcoreanas una “provocación” e inmediatamente mandó una flota liderada por un portaaviones a la región. La “superbomba” en Afganistán también tiene que ver con ese hecho.
EEUU, como hiciera con Irán, exige que Corea del Norte desmonte su arsenal nuclear, tachado como elemento “desestabilizador y provocador”. H.R. McMaster, asesor de Seguridad Nacional de Trump, cuando fue consultado sobre si la opción militar estaba sobre la mesa, respondió: “todas nuestras opciones están sobre la mesa, en proceso de mejorarlas y de desarrollarlas más a fondo”, pues “está claro que el presidente está determinado a no permitir este tipo de amenazas a Estados Unidos”.
Trump, que en el caso norcoreano está aliado a China y a Corea del Sur, escribió en Twitter: “Tengo mucha confianza en que China conseguirá arreglar la situación con Corea del Norte”. Y añadió: “Si no son capaces de hacerlo, ¡EE.UU, con sus aliados, lo hará!”. Lo que se convierte, de paso, en una advertencia y presión sobre el gobierno Chino.
Estamos delante de una posición más abiertamente agresiva y amenazante del imperialismo, que en todo sentido es inaceptable y exige desde ya un rechazo contundente.
Así como rechazamos los bombardeos de EEUU en Siria, desde la LIT-CI nos oponemos a la agresión imperialista que significó el lanzamiento de la “madre de todas las bombas”. También rechazamos completamente las amenazas explícitas de Trump a Corea del Norte. Nosotros rechazamos y combatimos al odioso y dictatorial régimen de Corea del Norte, que sin dudas ataca a su propio pueblo de todas las maneras posibles. Pero, ante una amenaza concreta del imperialismo, estamos al lado del país más débil y oprimido. Además, defendemos sin tapujos que Corea del Norte, como país, tiene derecho y soberanía para desarrollar su plan nuclear, terreno que el imperialismo pretende continuar monopolizando.
Llamamos a la clase trabajadora de todos los pueblos, especialmente al pueblo de EEUU, a movilizarse en contra de las agresiones y las amenazas de Trump a otras naciones. Es urgente discutir y retomar un plan de acciones y luchas antiimperialistas en todas partes. La clase obrera y los explotados del mundo deben responder a la altura de los ataques y provocaciones imperialistas.