En el anterior número hicimos una breve reseña histórica sobre los cambios que se realizaron en el sistema educativo, desde sus inicios hasta la última Dictadura Militar. Siguiendo con ello, les traemos este nuevo tramo que abarcará desde allí hasta el Gobierno kirchnerista.
La mercantilización de la Educación
El triunfo de la movilización tiró abajo el Gobierno de facto e instauró nuevamente la democracia, fue el fin de una de las etapas más tristes y sangrientas de la historia del pueblo trabajador.
“Con la democracia no sólo se vota, sino que también se come, se educa y se cura”. Así asume la presidencia Raúl Alfonsín (1983), con promesas en mejorar las pésimas condiciones de vida existentes y ponerle fin a la banca y el sistema financiero al servicio de la especulación.
A pesar del compromiso asumido del nuevo Gobierno radical, la crisis no cesó, llegando en su peor momento a la hiperinflación (1989). La Deuda tomada con el Fondo Monetario Internacional (FMI) era inmensurable. Esto afectó de manera significativa el presupuesto destinado para la educación. Comienzan a aparecer en mayor medida las escuelas públicas con gestión privada, el Estado comienza a financiar estas gestiones bajo la excusa de fomentar la libre elección dentro del mercado. Se toma más Deuda, ahora con el Banco Mundial (BM), quién “propone” una serie de reformas que verían su máxima expresión en los ´90.
Es en este punto de la historia en donde los discursos mercantilistas cobran fuerzas. El neoliberalismo se abre paso en la economía del país, introduciendo las ideas de “estado mínimo” y de los mercados auto-regulables. De ser un derecho social pasa a ser una utilidad de valor, qué debía medirse en “rendimiento”. Las escuelas comienzan a ser vistas como “empresas educativas”, el léxico empresarial se traslada hasta aquí.
En este contexto de crisis el FMI y el BM proponen como “solución” un paquete de reformas neoliberales a todo el territorio latinoamericano, conocidas como el Consenso de Washington. Estas eran condiciones “necesarias” para la negociación con estas entidades. La base central de estas reformas era la de privatizar, desde empresas estatales hasta servicios, involucrando salud y educación. La educación privada, las escuelas de gestión privada, ya existían desde antes, pero el Consenso quería ir más allá de esto privatizando todo el sistema educativo. Para esto, como parte de las reformas asumidas, se sanciona la Ley Federal de la Educación (1993) y la Ley de Educación Superior (1995). La LFE descentraliza las obligaciones de mantenimiento económico de las infraestructuras y centraliza el contenido programático, la formación docente y las evaluaciones. Esto genera una gran desigualdad entre distintas instituciones, sobre todo las de gestión pública. Nacen las cooperativas como métodos de autofinanciamiento. El resultado no pudo ser otro que el desmantelamiento público y la privatización del conocimiento.
¡Que se vayan todos, que no quede ni uno solo!
El Gobierno de Carlos Menem pudo llevar adelante varios de los 10 puntos establecidos en el consenso, pero a costa del hambre y la miseria de todo el pueblo trabajador. El agravamiento de la crisis política, económica y social culminó en el 2001 con una revolución que obligó la renuncia del entonces presidente Fernando de la Rúa.
La inestabilidad política fue tal que cinco presidentes ejercieron su función en un período de quince días. La dirigencia política no lograba ponerle fin al Argentinazo, al mismo tiempo que mantener su política de ajuste y entrega. La única respuesta que recibíamos del Gobierno Nacional eran balas, las cuales dejaron treinta y nueve asesinatos por parte de las fuerzas policiales. Pero, aún así, el terror que querían instaurar no logró frenar el estallido reinante.
El rechazo hacia el robo del patrimonio nacional ejercido por el imperialismo fue tan grande, que se vio cristalizado en los escraches realizados a las embajadas de estas entidades (los bancos, como el JP Morgan, entre otros).
Reconstrucción del discurso nacional
La Deuda usuraria llegó, en ese entonces, a más de 180 mil millones de dólares. La inflación era del 41% y la pobreza del país alcanzaba el 57% de la población. El Argentinazo obligó a la burguesía nacional, cómo modo de supervivencia, a cesar con las obligaciones internacionales, declarando el “default” financiero-económico del país, y agrandar el gasto público para recomponer las condiciones de vida. Aquí, en 2003, asume su gobierno Néstor Kirchner. Quién gracias al No Pago de la Deuda y a la subida de los precios internacionales de la soja y el petróleo, logró un crecimiento económico importante que acomodó mínima y temporalmente la crisis.
Se derogó la antigua Ley Federal (LFE) y se sanciona la vigente Ley de Educación Nacional nº 26.206 (2006). Esta nueva ley es apenas una modificación, ya que en esencia mantiene muchas similitudes con la antigua. Lo podemos observar en sus artículos 4 y 6 donde llama a la creación de Foros de coparticipación con asociaciones religiosas, civiles, ONGs, entro otras. Descentralización y autonomía siguen siendo palabras claves que encontraremos a lo largo de ella. Se adaptó el vocabulario a las nuevas exigencias, pero en su base se mantienen las mismas orientaciones. Ya no hablamos de una empresa educativa, pero si de una escuela vinculada a las “demandas del trabajo”.
Está ley continúa bajo el mandato y supervisión del imperialismo. En vez de crear un sistema educativo acorde a las exigencias y necesidades del pueblo trabajador. Se elabora a partir del documento ‘Educación Para Todos’, gestado en el Foro Mundial sobre la Educación, Dakar (2000). Sus patrocinadores: el FMI, BM, la UNESCO, UNICEF, entre otros, quienes al ocupar este puesto pueden evaluar los resultados alcanzados que luego serán utilizados en las renegociaciones de la Deuda. Esto lo pudimos observar en la Resolución n° 174, donde por pedido del Banco Mundial de bajar el índice de repitencia, la eliminaron de los primarios bajo un Proyecto de Unidad Pedagógica. Terminaron responsabilizando a los docentes del aprendizaje de cada alumno.
Argentina retomó los pagos al BM, el FMI y el Club de París, que exigieron el cumplimiento de la reforma en la educación como uno de los puntos importantes en las negociaciones.
Para seguir profundizando el ataque a las condiciones educativas, desde el Consejo General de Educación se crean nuevos programas el de Finalización de Estudios Primarios y Secundarios (2008), conocido como FinEs. El plan invita a las personas que tienen inconcluso sus estudios primarios y/o secundarios, a realizarlos en un menor tiempo que los secundarios para adultos y bachilleratos que existían hasta ese entonces. El inconveniente que posee este plan es que, para lograr comprimir el contenido educativo, en pos de hacer varios años en uno sólo, se deja de lado la cantidad de contenidos. Una devaluación del título secundario. Además, significó una Reforma Laboral para el área de docentes. Los maestros ya no eran maestros sino tutores. Quienes carecen de las mismas condiciones laborales que docentes de otras instituciones. Significó y sigue significando una precarización laboral y educativa.
Podemos observar que cada reforma educativa ha respondido a las necesidades del modelo económico adoptado en cada época. En una fase anterior de producción, cuando contábamos con empresas como YPF, Gas de Estado, Entel, entre otros. Existía la necesidad de un plan educativo centralizado en la formación de técnicos que pudieran responder a ese modelo de producción por sustitución de importaciones. Luego, cuando comienza la privatización y desmantelamiento productivo, vemos como también se producen reformas educativas que responden a esa nueva política. La privatización de los años ´90 da como resultado un gran avance en la privatización de la educación.
Lejos del relato nacional y popular, que muchas veces escuchamos, hubo un saqueo al conocimiento, orquestada por el imperialismo y las empresas con complicidad y acción de cada uno de los gobiernos.
En la siguiente nota retomaremos desde este punto y observaremos como han impactado las reformas, planes y programas de los últimos años en nuestro sistema educativo.
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