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¿Recurso estratégico o negocio privado?

Desde el comienzo de la invasión rusa a Ucrania el crudo se disparó a máximos históricos. La maquinaria de guerra no usa «energías renovables». Pero aunque no sea novedad, nos permite pensar nuevamente sobre un problema histórico para nuestro país. Más aún en momentos en que algunos como el libertario Javier Milei gritan por una reprivatizacion de YPF y otros como el Ministro peronista y candidato Sergio Massa dan vía libre a la explotación de nuestros recursos a cambio de “espejitos de colores”. ¿Qué es el petróleo? Cuándo se fundó Yacimientos Petrolíferos Federales (YPF) en 1922 (20 años después de haber descubierto petróleo en nuestro suelo), el general Enrique Mosconi fundamentó la necesidad de crear la empresa estatal sobre las bases de que tanto los ferrocarriles como la aviación militar, los buques de guerra y los tanques utilizaban combustible y que en el evento de una guerra la Argentina necesitaría soberanía sobre el recurso para no depender de terceros. Ese concepto del petróleo como recurso estratégico es importante para entender lo que pasa en el mundo y cómo podríamos utilizarlo para satisfacer las necesidades del pueblo trabajador.

A contramano está la visión de que el petróleo es sólo un bien más, producible (extraible y refinable) y vendible al mejor postor. En verdad, esto es parcialmente cierto, de hecho es uno de los más grandes negocios del mundo. Pero ver al recurso tan sólo como un negocio más tiene un grave riesgo: perder de vista que es actualmente un recurso energético vital y escaso con el cual se mueve la inmensa mayoría de la infraestructura mundial y nacional. Por lo tanto es un recurso estratégico que no todos tienen. Reventarlo por un porcentaje miserable de impuestos/retenciones para que las multinacionales se llenen de dólares al costo de perder el recurso y encima sufrir las consecuencias ambientales de su explotación, solo puede beneficiar a un sector: el empresariado. Y detrás de él, al imperialismo siempre atento a saquear recursos de otros países. Jamás al desarrollo de la Argentina y a las necesidades del pueblo trabajador.

Explotación y medio ambiente

Vivimos tiempos de crisis ambiental como nunca se vio. El calentamiento global se expresa mucho más como el crecimiento de eventos climáticos extremos:

inundaciones, huracanes, olas de calor, de frío, etc. La contaminación que ha generado el ser humano no tiene precedentes. Ante ésta situación es necesario actuar.

El sistema capitalista produce en base a la especulación en busca de ganancia. Por ende no es una produccion racional o ajustada a las necesidades de la población. Así es como vemos miles de autos pudriéndose al sol porque bajó la demanda o toneladas de comida tiradas porque los capitalistas no logran venderla al valor que pretenden. Lo que muchas veces no se ve es que para generar esos productos se utilizaron millones de metros cúbicos de petróleo y enormes cantidades de energía. El mismo origen tiene la contaminación industrial, motivada por el intento de ahorrar en todo lo posible y “maximizar” ganancias. Así contaminan ríos enteros, el suelo y el aire, sembrando muertes humanas, de flora y de fauna.

Es por eso que el sólo hecho de transicionar a una nueva fuente de energía (o varias) más “limpias” dentro del capitalismo no va a solucionar el problema de fondo de la destrucción de nuestro planeta. En manos del imperialismo y los grandes capitalistas mundiales, esas nuevas fuentes se utilizarán con el mismo fin, la ganancia por sobre todo. Así, por ejemplo, los países pobres serán destruídos en busca de litio y otros minerales, secados sus ríos, volados sus montes y contaminados con toneladas de baterías usadas, bajo la promesa del “capitalismo verde”.

Una salida obrera y socialista a la cuestión energética

La raíz de fondo al problema energético, de destrucción del medio ambiente y de la soberanía de los pueblos, no depende solamente del tipo de energías que se utilicen, aunque es vital reemplazar las altamente contaminantes por otras más limpias y renovables. La cuestión es quién y para qué las explota. Ya vimos cómo funciona actualmente y bajo qué intereses. Pero, ¿es posible otro tipo de explotación del petróleo y otras energías?

Bajo un sistema de producción planificado que tenga en cuenta principalmente las necesidades reales de la población a la hora de explotar o producir, se podría reducir enormemente el impacto ambiental y a la vez garantizar que todos tengan acceso a la energía para transporte, calefacción, hospitales, etc.

Si en nuestro país el crudo que se extrae, se refinara en nuestras provincias, se utilizara para satisfacer las necesidades de los trabajadores y no las ganancias de un puñado de empresas multinacionales, el costo de los combustibles bajaría abruptamente (abaratando todos los productos de consumo) y es posible que no hiciera falta seguír explotando nuevos yacimientos.

Es por eso que planteamos la necesidad de estatizar y nacionalizar toda la industria de hidrocarburos del país. Eso empieza por empresas como Pan American Energy, Shell-Raízen, Pluspetrol (entre otras) que giran sus enormes ganancias en dólares a sus casas matrices y dejan migajas y contaminación. Pero también ese plan involucra a YPF que hoy es 51% estatal y 49% privada en manos extranjeras. Eso es porque no alcanza con que la industria sea estatal si el Estado lo manejan gobiernos que rematan

nuestros recursos al mejor postor y hacen sus negociados privados. Es preciso que quienes necesitan los recursos, además de producirlos, los supervicen. Por eso el control obrero de los trabajadores y comunidades es esencial para garantizar que se produzca al servicio de las necesidades, con las mejores condiciones de trabajo y con el menor impacto ambiental posible.