Qué hace un gobierno con la educación tiene relación directa con el modelo de país que propone. Es así que los independentistas, como Belgrano y Moreno, planteaban la necesidad de garantizar el acceso a la educación como forma de consolidar la revolución. Así en la historia de nuestro país la educación ha cambiado, tanto a partir de conquistas del movimiento estudiantil o docente, como en la Reforma Universitaria de 1918, o de reformas al servicio de las necesidades del imperialismo y las clases dominantes como la que estamos asistiendo desde hace más de cuatro décadas.
El golpe que recibió la educación en democracia fue de carácter económico: los presupuestos fueron dejados en manos de las posibilidades de cada provincia y en el caso de las universidades quedó atado a través de la CONEAU a las decisiones de financiamiento de las empresas, o a la “generación de recursos a través de la venta de servicios a las empresas, o la implementación de carreras de posgrado u otros cursos pagos. Las escuelas de arte se transformaron en profesorados, dejando de lado sus especificidades se agiornaron al modelo del terciario. Las escuelas primarias, secundarias y los jardines de infantes, limitados a las posibilidades económicas de cada provincia, o de las cooperadoras y los recursos de cada “comunidad” fueron fragmentándose tanto en sus condiciones sociales como educativas, acompañando el empobrecimiento de los sectores populares. De esta manera las restricciones presupuestarias se fueron transformaron en recortes al conocimiento
En el 2001, con la crisis estallada en la Argentina, la receta no cambió sino que se profundizó: la seguridad social y otros servicios como jardines maternales y de infantes, comedores y centros de alfabetización, dejó de responsabilizarse el Estado y aparecieron con fuerza las ONGs.
Con la llegada del kirchnerismo al Gobierno, más allá de los discursos, no hubo marcha atrás con las reformas neoliberales, sino que se fortalecieron al reconocer el carácter público de la educación privada que pasó a subsidiarse en forma discrecional. La nueva secundaria y el nivel inicial obligatorio no fueron acompañados por la necesaria construcción de escuelas y jardines, se profundizó la descentralización a través de organismos municipales, avanzando en los convenios con empresas y ONG y la precarización laboral y educativa.
Con el discurso de la inclusión se ocultó el vaciamiento de la función de la escuela en relación a que ésta es quien debe brindar el acceso al conocimiento. Este discurso de supuesta “ampliación de derechos” fue apoyado acríticamente por los sindicatos docentes, entre ellos la CTERA, la mayoría de los intelectuales, las universidades y las empresas, que se beneficiaron con diversos convenios. Así es como la nueva oleada de iniciativas encabezadas por el gobierno de Macri nos llevan nuevamente al debate de los 90, como si nada hubiera ocurrido en estos años. La reforma, que sigue profundizándose, avanza a fuerza de decretos de emergencia económica y se disfraza con los ropajes de la modernización, la eficacia y la eficiencia, un discurso que comenzó en los 70 con la implementación de los modelos neoliberales.
Más lejos del conocimiento y más cerca del disciplinamiento social
Miguel Andrés Brenner escribió una nota en estos días haciendo un interesante análisis de Congreso “educación 137” impulsado por el actual gobierno. Lo encabezó Andy Freyre, el Ministro de Modernización. Los panelistas provenían en su mayoría del sector empresarial, como los CEOS de Bunge y Born, IBM y Arcos Dorados (el mayor operador de Mc Donald). La exposición del área pedagógica estuvo a cargo de Gustavo Iaies, director del Centro de Estudios en Políticas Públicas en Argentina, que mantiene alianzas y convenios con el Banco Mundial y la CEPA: emprendimiento, competencias, competitividad. ¿Alguien puede pensar a esta altura que las empresas que saquean nuestros recursos y enajenan nuestro trabajo son las indicadas para definir los cambios que necesita la educación?
Esta nueva vuelta de tuerca de la pedagogía al servicio del saquero imperialista pretende reforzar el rol de la escuela como formadora de “mano de obra” dócil a la brutal explotación capitalista. Los panelistas anunciaron la muerte de la vieja escuela y su reconstrucción a partir de la tecnología y obviamente para esta tarea no sirven los viejos maestros, que aún sostienen concepciones sobre la educación como derecho social, maestros que junto con los trabajadores estatales y los estudiantes siguen, como décadas atrás, saliendo a reclamar a la calle.
La evaluación a los maestros y profesores que se propone para Argentina igual que para Chile, Colombia y México, está dando lugar a un a dura resistencia, que fue reprimida por el gobierno, en el caso de México, cobrando la vida de 8 compañeros docentes. Es evidente que la evaluación nada tiene que ver con la formación ni el desempeño en la actividad docentes, sino que es implementada por los nuevos gobiernos “coloniales” en pleno siglo XXI para deshacerse de los maestros y profesores que aún sostienen la concepción de la educación como el derecho social de acceso al conocimiento. Sacar del juego a aquellos que no confían en la tecnología para “resolver los problemas educativos”, sino en la lucha, que no creen en la competitividad y la meritocracia capitalista, sino en la lucha por transformar la sociedad.
Preparémonos entonces, en argentina y en toda Latinoamérica para resistir juntos docentes, estudiantes y toda la comunidad educativa. los ajustes y enfrentar la nueva vuelta de tuerca de la reforma, como plantean los compañeros de la CNT de México. ¡Coordinando y organizados triunfaremos!
(1) EDUCACIÓN 137 La educación que viene, ¿qué viene? Miguel Brenner junio 2016