Ante los despidos, la inflación, los tarifazos, y en general frente al plan de ajuste del Gobierno, todos los días aparecen nuevos conflictos. Paros, piquetes, movilizaciones, cacerolazos, pañuelazos y más.
Como venimos diciendo, Macri va a un acuerdo con el FMI que va a profundizar este ajuste sobre nosotros. Por eso, también necesita demostrarles a sus amos que puede mantener las cosas “bajo control”. Que puede manejar la gran cantidad de conflictos que siguen surgiendo y que no le van a significar palos en la rueda para su plan.
Por eso la violenta represión a los trabajadores del subte, o el allanamiento y detención a militantes de La Poderosa en la Villa 21, la represión a los estatales en Chubut o a los trabajadores de Cresta Roja. Ahora, Macri quiere avanzar en este plano.
El “nuevo rol” de las FFAA
El cambio más importante presentado hasta ahora fue anunciado por el propio Macri en un acto del Día del Ejercito Nacional: “Necesitamos Fuerzas Armadas que se adapten a las necesidades del siglo XXI y preparadas a las amenazas que hoy nos preocupan (…) Limitar las agresiones externas a otros Estados y no contemplar el terrorismo y el narcotráfico es de otro tiempo”.
La intención parece ser cambiar el rol de las FFAA, hoy limitadas a la defensa ante ejércitos de otros estados, para colaborar con el resto de las fuerzas en cuestiones de seguridad interna. Más allá de que esto despertará criticas hasta dentro del Gobierno, la idea de instalar nuevamente al “enemigo interno” cobra fuerza. Esto ya había comenzado con la desaparición de Santiago Maldonado el año anterior, agitando el fantasma de la RAM (Resistencia Ancestral Mapuche) para criminalizar a los pueblos originarios que luchan por sus territorios, ocupados en su mayoría por terratenientes extranjeros.
Gendarmes por aquí, gendarmes por allá…
Otro hecho a señalar es la llegada de 200 gendarmes a la ciudad de Rosario, junto a la ubicación de dos puestos de Gendarmería, con 400 efectivos cada uno, en las ciudades de Comodoro Rivadavia y Neuquén. Nuevamente encontramos justificaciones en el combate al narcotráfico y al terrorismo, o la facilidad para el acceso al resto de la región.
Pero se da la “casualidad” de que se instalan en Rosario, donde los aceiteros están enfrentando los despidos de la multinacional Cargill y donde General Motors quiere avanzar con más suspensiones. En Neuquén, donde los docentes vienen de más de un mes de huelga, donde está el yacimiento de Vaca Muerta (donde, además, EEUU instalará una base de “ayuda humanitaria”), por donde empezó la Reforma Laboral. Y en Comodoro, donde estatales y docentes se movilizan y cortan yacimientos, mientras los estudiantes luchan por el boleto educativo, y la petrolera San Antonio quiere embargar al sindicato por parar la producción.
¿A quiénes llaman terroristas?
El colocar una y otra vez la lucha contra el terrorismo como motor de estos cambios provoca que nos hagamos esta pregunta. La Ley Antiterrorista (votada en el Gobierno anterior, y también una imposición del FMI y el Banco Mundial)pena los actos con finalidad de exigirle al Gobierno que tome o no determinada acción.
Entonces, con esa definición, los que nos movilizamos el 14 y 18 de diciembre para impedir que el Congreso apruebe la Reforma Previsional (mejor conocida como “el robo a los jubilados”), somos terroristas. Y en esto el macrismo es consecuente, cuando persigue a compañeros movilizados ese día como Sebastián Romero (por quien el Ministerio de Seguridad otorga hoy 1 millón de pesos de recompensa, el doble o cuádruple que por varios genocidas prófugos).
Terrorista es, en resumen, todo aquél que se movilice contra el plan de ajuste del macrismo, pactado junto al FMI y las multinacionales. A ese enfrentamiento responden los cambios en la Gendarmería y las FFAA. Porque Macri necesita mostrarles a sus amos que es de confianza, que puede hacer pasar el ajuste sin problemas, y la realidad es que los trabajadores se lo estamos haciendo difícil.
Ahora más que nunca, tenemos que defendernos
Si Macri hoy tiene que recrudecer la represión, es porque nosotros le estamos plantando cara a su plan de ajuste. Pero no por eso hay que dormirse en los laureles.
Para las luchas que se vienen, los palos van a ser más duros. Por eso, nos quedan dos alternativas: rendirnos o defendernos. Ya contamos con el ejemplo del 14 y 18 de diciembre con trabajadores metalúrgicos, de astilleros, estatales, resistiendo contra la reforma jubilatoria.
Los mineros de Rio Turbio no hubiesen ganado y logrado la reincorporación de todos los compañeros, si no se hubiese organizado para sacar a patadas a los gendarmes del pueblo, que venían a sacarlos de la mina.
O cómo hicieron en el 2014 los trabajadores de EMFER-TATSA. Frente a la policía que quería desalojar la toma de la fábrica, tomaron los elementos que tenían a mano e hicieron escudos o hasta un “tanque” que hicieron retroceder a la policía.
En cada paro, cada piquete, cada marcha tenemos que organizar la autodefensa contra la represión. Es una necesidad que tenemos que exigirles a las conducciones sindicales en primer lugar, pero que tenemos que tomar los trabajadores y el pueblo en cada lugar de trabajo, escuela o barrio.