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Repudiamos la masacre homofóbica en Orlando

La noticia de la mayor matanza a mano armada de la historia de los EEUU impactó al mundo entero. Omar Siddique Mateen, un sujeto con antecedentes de violencia y aparentemente “simpatizante” del Estado Islámico (EI), irrumpió durante la madrugada del domingo en un club nocturno LGBT (Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transgénero) de Orlando, en Florida, y mató a 50 personas e hirió otras 53.

Desde la LIT-CI condenamos esta matanza atroz y exigimos castigo a sus responsables. Nos solidarizamos con las familias de todas las víctimas y compartimos su dolor e indignación. Independientemente de quién sea el responsable, el móvil de esta masacre es claro: estamos delante de un crimen de odio homofóbico y xenófobo. El blanco del asesino fue claro: LGBTs, en su mayoría de origen latino.
No se ha confirmado si Mateen actuó movido por fines de alguna organización terrorista. El Estado Islámico reivindicó la autoría de la masacre, lo cual es bien posible, dado su programa teocrático profundamente reaccionario y los métodos fascistas que utiliza dentro del “Califato” para asesinar y cometer todo tipo de atrocidades contra los homosexuales y las minorías religiosas. En cualquier circunstancia, repudiamos al Estado Islámico por su apoyo a la masacre.
Este ataque sin duda fortalecerá las posiciones xenófobas e islamofóbicas que pueden ser capitalizadas en los EEUU por sectores de ultraderecha como Trump, que aprovechó el crimen para reiterar su posición de prohibir la entrada de “musulmanes” al país.
Obama, por su parte, afirmó que “no hay pruebas” para concluir que el EI está detrás de este ataque. Dijo que el horror sería obra del “terrorismo autóctono” norteamericano. De cualquier forma, es un crimen que tiene el claro objetivo de atizar el odio homofóbico y racista, un ataque que pretende sembrar el terror entre la comunidad LGBT e hispana en una sociedad donde más de 20% de los crímenes de odio están motivados por la orientación sexual de la víctima. En los EEUU esta barbarie es cosa de todos los días. En Brasil, por ejemplo, un LGBT es asesinado cada 27 horas.
Ante el intento de aterrorizar la lucha LGBT, es necesaria una respuesta contundente en las calles, para acabar con la homofobia, la xenofobia y todo tipo de opresión, entendiéndola como un mecanismo de dominación de la burguesía para dividir a nuestra clase.
El movimiento obrero debe asumir las reivindicaciones de todos los sectores oprimidos, en su lucha contra la explotación y contra todos los gobiernos capitalistas. La lucha contra el machismo, el racismo, la LGBTfobia y la xenofobia es una lucha del conjunto de la clase obrera y todos los sectores explotados.
No se puede ser indiferente ante una afronta como esta. Es hora de discutir en nuestras organizaciones la importancia que tiene la lucha contra las opresiones en el marco del programa anticapitalista en todo el mundo. En Medio Oriente, en particular, se impone intensificar la lucha para derrotar al imperialismo, a las dictaduras sanguinarias y al Estado Islámico, que juntos solo imponen explotación, opresión, masacres a los pueblos.
Es hora de pasar a la acción y responder los ataques que sufren los sectores oprimidos cotidianamente. Es hora de transformar el luto en lucha.


El arco iris fue manchado de sangre

Por: Wilson H. Silva de PSTU Brasil

De aquí a unos días celebraremos los 47 años de la rebelión de Stonewall, símbolo y marco de la lucha contra la LGBTfobia y de la organización de los movimientos. No es casualidad ninguna que la mayor masacre de este tipo en los Estados Unidos haya ocurrido dentro de un lugar frecuentado por LGBTs. Además, en la boliche Pulse, se daba una noche latina. Consecuentemente, la enorme mayoría de los muertos ya identificados son latinos, un sector cuya opresión es histórica en los Estados Unidos. Las muertes trágicas en el cruce de la frontera son una prueba de eso.

(…) Sabemos que los 50 muertos y los 53 heridos de Orlando tienen una dimensión trágica e impactante. Con todo, también sabemos que ellos, lamentablemente, “apenas” acelerarán la macabra cuenta que cerca la vida de LGBTs: la de muertos por día. (…)
En los Estados Unidos, la barbarie que vimos también resuena día a día. En 2014 hubo 1.017 ataques contra LGBTs (18,6% de los crímenes de odio). Mundo afuera, asesinatos, persecuciones, penas de muerte, tortura, estupros correctivos y horrores similares hacen que los jóvenes, hombres y mujeres que perdieron sus vidas de forma tan violenta, aterrorizadora e inaceptable en Orlando se junten a numerosos otros que sufrieron otros tantos horrores.
Y no es de hoy. Ardimos en las hogueras de la Edad Media. Fuimos muertos para el mundo a través de lobotomías y una psiquiatría perversa en el siglo XIX. Fuimos encarcelados y obligados a trabajos forzados, sea en la Inglaterra de Oscar Wilde o en la Cuba de Reinaldo Arenas. Fuimos marcados por los triángulos rosas en los campos de concentración nazista. Fuimos cazados como brujas medievales por el macartismo, etc.
Pero resistimos y nos organizamos. (…) Es posible que mucha gente interprete la matanza de Orlando como una señal más del avance de estas garras blancas, aparentemente héteros y masculinas sobre el mundo.
Es, en realidad, un síntoma más de la enfermedad que se extiende por el mundo alimentada por la ganancia del 1% de los adinerados. E innegablemente algo como lo que ocurrió en Orlando causa una revuelta y una indignación que exigen respuestas inmediatas y medidas aún más urgentes para que cosas como estas no vuelvan a ocurrir.
(…) Y eso no es novedad. Es la esencia de la historia de la burguesía. El crimen de la esclavitud, los cubículos del telemarketing llenos de LGBTs, negras y mujeres invisibilizadas por detrás de la voz al teléfono, el cuartucho de la empleada, la doble o triple jornada, los millones de tercerizados y precarizados sin derechos y con salarios de hambre, etc., son pruebas crueles de cómo la burguesía desde siempre sabe que para explotar más tiene que oprimir aún más.
Presionados por la crisis económica y sin pestañear en la disposición de hacer que los de abajo paguen por ella, además de súper explotarlos (as) y marginarlos históricamente, los canallas aún alimentan la división de la sociedad y, principalmente, de la clase trabajadora, imponiendo fronteras raciales, de género, de orientación sexual, etc., sabiendo cuánto eso contribuye a minar nuestras luchas y debilitar las unidades entre oprimidos y explotados.
Intentan hacer con la cabeza de las personas lo que hacen con los muros y cercas de alambres de púas que avergüenzan las fronteras de Europa para impedir la mayor ola de inmigrantes y refugiados desde la Segunda Guerra Mundial. (…)
No es necesario decir que la forma de masacre es lamentablemente típica de la enfermiza sociedad norteamericana. (…)
Esta es apenas una punta de la polarización que cada vez más intensamente caracteriza el mundo. Hace mucho aprendimos a luchar y resistir. (…)
Las reacciones a la masacre en todo el mundo demuestran que tenemos fuerza y aliados. Mujeres, como estamos viendo en el Brasil, toman las calles, desafían el patriarcado que las quiere “bella, recatadas y del hogar”, escrachan el machismo que las quiere violentar y asediar. Negros y negras, de forma muy especial, hacen las periferias y quebradas hervir con cada uno de los suyos que es asesinado. Norteamericanos ganan las calles para que nadie olvide que las vidas negras importan. Levantan sus puños como Panteras, liberan sus cabellos crespos como si rompiesen cadenas y retomasen el tortuoso hilo de nuestra historia, y yerguen sus blacks estirando con garra los hilos que, unidos y entrelazados, gritan: ¡Black Power! [¡Poder Negro!]
Sabemos que es posible y necesario aliarse a los demás trabajadores para cambiar el mundo. Que podemos soñar con libertad y tenemos la osadía de construirla contra todo y todos. Es por eso que creo que el mejor homenaje que podemos prestar a los 50 muertos de Orlando y a los tantos otros heridos, sus familiares, amores y amigos es reafirmar nuestra disposición a luchar.
Hoy, nuestro arco iris está manchado de roja sangre. Sin embargo, soy de aquellos que cree que esta todavía brillará intensa. No cubierta, sino al lado de las banderas rojas de la revolución.