Hace unos días el Gobierno anunció con bombos y platillos un nuevo sistema de Cobertura Universal de Salud (CUS) que comenzará a aplicarse a modo de prueba en Guaymallen, Mendoza. Convertida ahora en la Vaca Muerta de la salud, esa ciudad se unirá a la lista de laboratorios que tiene el macrismo, con los trabajadores petroleros y a las escuelas de la Ciudad de Buenos Aires, para medirnos y reventarnos con las reformas que exigen el FMI, el Banco Mundial y la Organización Mundial de la Salud, en este caso.
Para vender la CUS el gobierno de Macri y su Ministro de Salud, Adolfo Rubinstein, vuelven a hablar de modernización. El proyecto menciona historias clínicas digitalizadas y teleconsultas, turnos online y otras pequeñeces que tranquilamente podrían aplicarse en nuestro vapuleado sistema de salud pública. Incluso roza lo ridículo al establecer la creación de estaciones saludables para promover consejería en nutrición y fomentar la actividad física1. En un país como el nuestro donde la mayoría de los trabajadores laburan de 9 horas para arriba, y con la reforma laboral de Macri que en Brasil ya estableció una jornada de 12 horas, lo que necesitamos los trabajadores de este país (además de tirar abajo la Reforma Laboral) no son estaciones saludables. Que nos digan que tenemos que comer bien o salir a correr, sino un sistema de salud que pueda hacer frente a la lluvia de lesiones y enfermedades que se vienen de la mano de la superexplotacion que propone el gobierno de Vamos Juntos/Cambiemos.
Sin embargo, Macri con Rubinstein nos proponen lo contrario, porque a cambio de las estaciones saludables, las sonrisas y los turnos online, los que no poseen obra social van a recibir unas credenciales que los van a habilitar a hacer algunos de los mismos tratamientos que ya se podían hacer en hospitales públicos mientras que todo el resto de tratamientos más costosos, como los oncológicos (60.000 muertes al año por cáncer en argentina2), reumatológicos, de hepatitis, etc. van a pasar a ser pagos. A esto se suma que una importante porción de trabajadores con obras sociales o prepagas siguen recurriendo a hospitales públicos, así lo demuestran las estadísticas de partos o de tratamientos por accidentes, y estos tampoco entrarían en la CUS. Incluso el problema va más allá si tenemos en cuenta que los hospitales especializados como el Lagleyze de Oftalmología, el Hospital del Quemado y otros también forman parte del sistema de salud público. Qué pasará con los tratamientos de esos hospitales, sobre eso el macrismo calla. De la mano de este plan viene la limitación de servicios prestados por el Plan Médico Obligatorio en las obras sociales y prepagas, que significa que los trabajadores cubiertos también van a tener que pagar3. La CGT lo sabe, y lo está negociando así.
Si lo pensamos, como plan privatizador es brillante. Con la pantalla de una obra social para los excluidos van a reventar las bases de la salud pública, haciendo pagos todos los tratamientos importantes, limitando las prestaciones de las obras sociales y obligándonos a caer en las fauces de la medicina privada. El resultado va a ser similar al que vamos a tener luego de la Reforma Educativa en las escuelas, y será combinado con este. Un servicio público escalonado, atado a lo que puedas pagar, que para la mayoría empobrecida de nuestro país va a significar una educación que nos ate a un trabajo flexibilizado de infinitas horas y una salud pública que no va a dar ninguna respuesta a nuestra situación de miseria. Así al menos fue el resultado en Colombia, donde se aplicó este plan hace años. Motivos para salir a enfrentar al Gobierno sobran, porque no hay ley argentina que vaya a frenar los designios del FMI, el BM y la OMS, solo la organización obrera y popular lo va a hacer.
(1) El gobierno lanza el nuevo sistema de Cobertura Universal con una prueba piloto en Mendoza. Infobae. 02-10-17
(2) www.msal.gov.ar/inc/acerca-del-cancer/mortalidad/
(3) Daniel Gollán “Cuando la gente se dé cuenta de la estafa, será tarde”. Página 12. 02-10-17