Las mujeres trabajadoras y las jóvenes, que utilizamos habitualmente el transporte público para llegar a nuestros trabajos y lugares de estudio, somos víctimas cotidianas de acoso sexual al viajar.
Recordemos el caso que se dio en 2015, en la línea A, en que un hombre eyaculó sobre una mujer que viajaba apretada en el mismo vagón. Ella lo denunció a gritos ante el resto de los pasajeros y la seguridad del subte. Pero esa situación humillante es solo un ejemplo de las que atravesamos en el transporte público.
La legisladora porteña, Graciela Ocaña, de Cambiemos, ha presentado un proyecto que propone la opción de utilizar durante las “horas pico” vagones femeninos exclusivos.
Por su parte legisladores del FpV elaboraron proyectos contra el acoso callejero en CABA.
Son todos reflejos de la presión que generamos en las masivas marchas del 3J exigiendo al Gobierno y al Estado que intervengan en las situaciones de violencia que vivimos a diario y que se llevan una mujer cada 30 horas.
Ninguno de ellos ataca las causas del machismo en la sociedad. Hace 7 años que el FpV siendo gobierno, impulsó y sancionó la Ley 26.485, que pudiendo ser una bocanada de aire contra la violencia, se transformó en papeles vaciados de contenido. Las cifras lo explican gráficamente: un estudio de La Casa del Encuentro indica que entre 2008 y octubre de 2015 se produjeron 2.041 femicidios en todo el país. Tanto el macrismo hoy, como ayer el kirchnerismo, priorizaron el pago de la ilegítima deuda externa por encima del presupuesto para combatir la violencia que nunca superó más de $4.50 por mujer.
“Vagón rosa si, vagón rosa no”, una falsa polémica
El ajuste de Macri empeora la situación ya grave de machismo y violencia contra las mujeres, en especial las trabajadoras. El Gobierno despide y reduce servicios cuando lo que se impondría es la declaración de una verdadera emergencia que iniciara cambios radicales en el tratamiento del problema.
Los vagones femeninos, planteados como medida aislada, son un intento para ocultar qué es lo que genera y reproduce el machismo en la sociedad por un lado. Por el otro, no soluciona el calvario de los viajes cotidianos de la clase trabajadora.
El subte aumentará a $7.50 en unas semanas y seguimos viajando como ganado. Décadas subsidiando a empresarios como los Roggio o Cirigliano que no invirtieron ni el vuelto de ese dinero, y son responsables junto con los gobiernos de turno, de masacres como las de Once y Castelar en el ferrocarril Sarmiento.
La lógica empresarial es sacar provecho de un derecho como el transporte público. Debería ser al revés: un servicio en el que pudiéramos llegar en condiciones a destino y no al servicio de sus ganancias millonarias.
Sectores del kirchnerismo han planteado que un vagón exclusivo de mujeres para evitar situaciones de acoso segregaría a las mujeres, o las discriminaría; mientras solo hacen vagas propuestas legales y educativas.
Para nosotras, las socialistas, son el sistema capitalista, sus multinacionales y la patronal, quienes utilizan el machismo y lo reproducen para mantenernos divididos, alentando con su impunidad, incluso la violencia física y hasta la muerte. Es decir, lo que segrega a la mujer es el machismo y la opresión que ella sufre.
Ante eso, debemos reclamar todas las políticas que ayuden a proteger la integridad física y psicológica de las mujeres. Así es que denunciamos la no aplicación de la la Ley de Violencia, la 26.485 Así es que exigimos refugios para las mujeres que no tienen donde vivir al escapar del agresor. Así creemos que hay que reclamar por vagones y colectivos especiales en las “horas pico” para mujeres y niños. Y así también exigimos igual trabajo, igual salario en los lugares de trabajo, respecto de la discriminación salarial.
Pero, a la vez, sostenemos que ninguna de esas medidas resolverá el problema de la violencia contra las mujeres y que es necesario luchar por medidas de fondo.
Un plan de emergencia para terminar con el acoso en el transporte público
Lo primero es combatir a las mafias empresariales del transporte responsables del hacinamiento en subtes, trenes y colectivos.
Es necesario que los trabajadores discutamos esto en nuestros sindicatos con los del transporte a la cabeza, como lo impulsó nuestro partido hermano el PSTU de Brasil desde el Sindicato de Metroviarios de San Pablo y la CSP Conlutas.
Es preciso organizar una pelea para obligar a las empresas a designar más personal, mejorar sus condiciones laborales, renovar las unidades, aumentar las frecuencias de del transporte en su conjunto, así como también contar con servicios durante toda la noche. Es necesario que se respete la ley de tránsito de la CNRT que establece que se puede descender de los colectivos en la esquina que se desee entre las 22 y las 6 horas.
Debemos reclamar también por vagones y colectivos para mujeres, niños y mamás con cochecitos, en las “horas pico”, en cantidad proporcional al número de usuarias y controlados por las trabajadoras del subte. Vagones de estas características ya existen en algunas ciudades de Brasil, como Brasilia y Río y en otros países: México, Egipto, Indonesia, Irán, Filipinas, Dubai, Japón e India.
Esta pelea implica la exigencia de quitar todo subsidio a las empresas, prohibiéndoles el aumento de los boletos y la necesidad de luchar por su renacionalización y estatización bajo control de los trabajadores y usuarios para generar condiciones laborales dignas y recuperar el transporte como derecho social.
Los sindicatos y centros de estudiantes deben impulsar y exigir al Gobierno campañas permanentes en radio, TV y en la prensa escrita para erradicar el concepto de la mujer como objeto sexual, al mismo tiempo de impartir una educación sexual no sexista y científica en todos los niveles de escolaridad. Y la exigencia de castigo efectivo a los agresores sexuales.
Notas complementarias: