La absolución del policía blanco Darren Wilson que asesinó al joven negro Michael Brown, en agosto pasado, volvió a generar una oleada de indignación y movilizaciones en todo el país.
La prensa informa que hubo movilizaciones en 170 ciudades de 37 estados, en las que participaron miles de personas, y en varias de las cuales se produjeron enfrentamientos con la represión policial. Las movilizaciones surgieron en protesta por el indignante fallo judicial que consideró que el policía había actuado en “defensa propia” al matar de varios tiros a un joven desarmado que estaba con sus brazos levantados.
Esta aberrante decisión de la “justicia” se produce casi simultáneamente con un nuevo hecho de violencia policial: en un parque de la ciudad de Cleveland, un agente mató a un niño negro de 12 años que tenía un arma plástica de juguete.
Ambos hechos desnudan crudamente la realidad de opresión, racismo y violencia policial que sufren cotidianamente los millones de negros y latinos que viven en EEUU, especialmente los jóvenes.
Los medios de prensa occidentales y las series de televisión quieren vendernos la imagen del principal país imperialista como “la mayor democracia del mundo” y “la tierra de las mil oportunidades”.
Pero nada más lejos de la realidad para los negros y latinos, cuyos jóvenes (que sufren los niveles más altos de desocupación, pobreza y marginación), son considerados siempre “peligrosos” y quedan a merced de policías de gatillo fácil, a los que luego el sistema judicial les cubre la espalda de sus crímenes.
Una violencia que no es gratuita sino al servicio de mantener la gran explotación que sufren los negros y latinos, que juntos representan un 25% de la población del país y cerca del 40% de su clase obrera. Es una forma clara de intentar meter miedo en los oprimidos y explotados, de mostrar “quién manda en el país” y así asegurar el funcionamiento de un sistema capitalista cruel e inhumano.
Las declaraciones del policía Darren Wilson sobre el hecho de Ferguson son muy esclarecedoras: “No hice nada malo. Sólo cumplí con mi trabajo”. Es decir, su trabajo es asesinar jóvenes negros.
Pero los hechos no están pasando en blanco. La oleada de indignación y movilizaciones que recorre el país recuerda el llamado “movimiento por los derechos civiles” que, entre 1955 y 1968, en respuesta al asesinato del joven negro Emmett Till, en Chicago, consiguió algunas conquistas democráticas para los negros.
Sólo que esta vez, a diferencia del caso Till (secuestrado y asesinado por civiles blancos), las movilizaciones van dirigidas claramente contra la policía asesina y el sistema judicial que la apaña. Es decir, dos de los pilares centrales del régimen estadounidense.
Por eso, esta lucha contra el racismo y la violencia policial es explosiva y va dirigida, en el fondo, contra todo el sistema capitalista-imperialista de Estados Unidos, que se muestra absolutamente incapaz de garantizar el más elemental de los derechos (el de la vida) a millones de sus habitantes.
Queremos terminar expresando nuestro repudio a este aberrante fallo judicial, nuestra solidaridad a la familia y los amigos de Michael Brown, y nuestro apoyo incondicional a estas movilizaciones y la lucha que expresan.
26 de noviembre de 2014