A sólo seis meses de haber asumido, el gobierno de Macri está atravesando su peor momento. El cerco mediático, la lluvia y el frío no pudieron detener los primeros cacerolazos en su contra.
Si bien las protestas no tuvieron la masividad de otras veces, es indudable que fue un hecho político que se hizo sentir. La bronca que se venía acumulando en los sectores obreros y populares se ha extendido a buena parte de los sectores medios de la sociedad, que en su inmensa mayoría votaron por “el cambio” a fines del año pasado.
Cada vez está más claro que mientras la crisis económica mundial se sigue profundizando, y arrastrando a nuestro país a la recesión, la propuesta patronal es imponer un plan económico que nos asfixia por todos lados.
No obstante, la respuesta obrera y popular a estos ataques viene desbaratando cualquier teoría de un giro conservador en la región, que desde el kirchnerismo y algunos sectores de la izquierda se intenta instalar, ratificando una clara perspectiva de lucha.
En las fábricas, en las escuelas, en los barrios y en las calles se ven miles de personas dispuestas a luchar contra el plan de ajuste, y es en ese proceso que van buscando una alternativa que les brinde una salida para no ser siempre los trabajadores los que paguemos la cuenta de los desastres que provocaron otros (ver página 3).
Las centrales sindicales se borraron
Desde que comenzaron los aumentos el malestar de la población ha ido creciendo. Con el aumento del gas esto se profundizó. En algunos barrios se han tomado sedes de empresas y en la última semana se hizo sentir la bronca con cientos de carteles repudiando los aumentos en todo el país. Encima, en los barrios más pobres las empresas siguen haciendo lo que quieren y nos dejan sin luz. Sólo basta imaginarse los padecimientos sufridos en estos barrios que se calefaccionan con electricidad con las bajas temperaturas que tuvimos los últimos 20 días.
En este escenario, la justicia tuvo que parar la medida. No le quedaba otra, sino se corría el riesgo de que se extiendan las movilizaciones. Ante esto el Gobierno nos toma el pelo y ofreció como “solución” la colocación de un tope del 400% a los aumentos, luego que la Corte Suprema se expida. Es decir, el tarifazo del gas está suspendido pero sigue vigente, y todavía tenemos los aumentos del agua, la luz y el transporte, mientras nuestros sueldos ya quedaron muy devaluados. A su vez, en las fábricas hace rato que sufrimos despidos, suspensiones, adelanto de vacaciones, retiros “voluntarios” y otras yerbas mientras los dirigentes sindicales dejan pasar todo. En algunos casos parecen gerentes defendiendo las medidas, desparramando terror entre los compañeros para “conservar el trabajo”, como si nosotros fuésemos responsables de los despidos.
Recién ahora Moyano dijo que si siguen con el tarifazo va a convocar a un paro. Sería bueno avisarle que los tarifazos no sólo siguen, sino que desde hace un tiempo ya pagamos aumentos de alimentos, de colectivos, de trenes, de todos los servicios, etc. Sólo en esta semana subió el aceite y el subte va aumentar casi un 100%. ¿Qué más hace falta?
Organizar y coordinar la lucha desde abajo
Nosotros no debemos esperar a ningún salvador. Debemos tomar la lucha en nuestras manos y seguir movilizados. Organizar los barrios, uniendo los reclamos con los de los estudiantes, los jubilados y los de nuestros lugares de trabajo porque esto no da para más. Descalzos y desnudos ya estamos y vamos para peor. Esto ya lo conocemos, nos dicen que banquemos los aumentos porque vamos a estar mejor, y esto nunca ocurrió. Cuando aumentó la carne nunca más bajó. Cuando nos aumentaron los servicios nunca mejoraron sus prestaciones. Si los empresarios dicen que están mal deben abrir sus libros contables para ver si es verdad que pierden plata. Los trabajadores tenemos memoria y sabemos que lo que viene es hambre para nuestras familias.
Por eso ahora más que nunca tenemos que seguir en las calles para defender lo nuestro. Es en las calles donde logramos hacer retroceder aunque sea un poco al Gobierno y es allí donde debemos continuar hasta derrotar en forma definitiva el tarifazo. No hay que esperar que la justicia, el congreso o yendo solos a las empresas que prestan el servicio nos brinde una salida.
Que se vaya Aranguren
El ministro de energía reconoce que hubo algunos errores en los cálculos al implementar las medidas pero asegura que se quedaron cortos con los aumentos y que evalúan uno nuevo para más adelante.
Además de inepto, este personaje representa a los empresarios, como todo el gabinete de ministros. Las medidas son solo para favorecer sus negociados, porque como buen empleado de las multinacionales que es, su lógica es reventar a la inmensa mayoría de la población con tal de beneficiar a los de su clase. Para colmo, está denunciado por favorecer desde su función pública a la multinacional Shell (ver páginas centrales).
Por eso tenemos que pelear por echarlo, como hicimos antes con el ministro de cultura de la Capital Federal, Darío Lopérfido, en el camino de ir sacando a todos aquellos que defienden este plan económico que ataca a los trabajadores.
La única salida es estatizar los servicios públicos bajo control de sus trabajadores
El Gobierno dice que la causa del tarifazo es la crisis energética que vive el país, el derroche y que consumimos más de lo que producimos. Esto es una barbaridad. La verdad es que estas empresas de servicios recibieron subsidios millonarios y nunca invirtieron un peso. Es mentira que dándole más beneficios a estas empresas que hacen millonarios negocios con nuestros recursos naturales vamos a tener soberanía energética.
Necesitamos tomar medidas de fondo, un cambio rotundo de lo hecho hasta el momento. Ni los subsidios de Cristina, que también pagamos nosotros, ni los aumentos de Mauricio, que además mantiene los subsidios, son la solución (ver paginas centrales).
Por eso Edenor, Edesur, Gas Natural, Metrogas, y todas las empresas de energía deben ser estatales. Hay que embargarles todos sus bienes para que devuelvan una ínfima parte de lo que se que se llevaron. Además, todos estos empresarios y políticos cómplices (del actual y del anterior gobierno) deben ir presos para pagar por esta estafa.
Para que la crisis no la paguemos los trabajadores es necesario luchar para acabar con este plan económico e imponer un Plan Obrero de Emergencia con éstas y otras medidas. La única manera de imponerlo es luchando, movilizándose y organizándose. Desde el PSTU, estamos peleando por construir esta alternativa. Te invitamos a que te sumes.