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¡Son los garantes del machismo y la explotación!

El educador popular Paulo Freire decía que el dominado debía saber hablar el lenguaje del dominante, que precisa aprender el patrón culto para poder pelear mejor contra los opresores. “Los obreros precisan llegar al jefe de la empresa hablando su sintaxis, y darle el susto más grande al dueño de la empresa, porque hablaron la sintaxis dominante”.
Al parecer esta premisa ha sido abrazada con tal ímpetu por los sectores que se consideran a sí mismos progresistas, y por gran parte de la izquierda mundial, que a fuerza de hablarlo se lo van creyendo. Es así como tenemos una fila interminable de columnistas diciendo que lo que sucede en Brasil, no sólo sería un golpe de estado o un golpe institucional  sino que además y por sobre todas las cosas, sería un golpe “misógino, machista y patriarcal”, contra la que en este caso sería la víctima, Dilma Rousseff.

¿Para quién gobierna Dilma?

Considerar que el principal problema de la cuestión de la opresión de la mujer pasa por una cuestión de género y no de clase, es haber internalizado de tal forma el lenguaje del opresor, que no permite un análisis real de la situación, y deja desarmados al conjunto de la clase trabajadora, para dar una verdadera batalla contra sus explotadores. Es decirle a todas las mujeres trabajadoras, pobres, oprimidas, y explotadas, que Dilma por el sólo hecho de ser mujer, gobernaría en beneficio de todas ellas.
Lo que devela el asunto, es preguntar para quiénes gobierna el PT, a qué intereses responde; no quién está a cargo de la presidencia. Preguntarse a continuación, si el brutal ajuste que está sufriendo la población brasileña, no impacta en la vida de millones de mujeres. O si los recortes en salud no son un retroceso en sus condiciones de vida.
Porque el verdadero problema, es que Dilma gobierna para las multinacionales, y a costa de la salud, la educación, la vida y la dignidad de las mujeres.

Solo durante el 2015 fueron más de 200.000 mujeres despedidas; las Medidas Provisorias (MP’s) 664 y 665, que dificultaron el acceso a los beneficios como el seguro de desempleo, el Programa de Integración Social (PIS) y la licencia por salud afectan directamente a las mujeres. Y la nueva propuesta de reforma a la ley previsional, enviada por Dilma al Congreso, prevé un aumento de más de cinco años en el tiempo de trabajo de las mujeres para que puedan jubilarse.
Porque cuando un gobierno aplica las recetas para el ajuste, en el marco de una gran crisis internacional del capitalismo, lo hace a expensas, en primer lugar, de las mujeres trabajadoras. Y eso se lo permite la ideología machista. Porque somos nosotras las que ganamos menos. Las que hacemos las colas de los hospitales. Las que llevamos los hijos a la escuela. Somos las mujeres las que realizamos la doble jornada de trabajo, que incluye nuestro trabajo rentado y el trabajo dentro del hogar: lavar, cocinar, criar, etc. Y los grandes capitalistas utilizan esa ideología para explotarnos aún más, que a nuestros compañeros varones.
Pero Dilma Russeff, al igual que Cristina Kirchner, Hillary Clinton, Ángela Merkel, no lavan, no planchan, no salen a la madrugada a hacer colas inhumanas e interminables para poder atenderse en el hospital. Dilma no pertenece a la clase trabajadora, ella representa a las mujeres ricas, burguesas, por eso gobierna privilegiando a banqueros y empresarios.

Es tan así, que aun reconociendo que el aborto es la cuarta causa de muerte femenina y que es responsabilidad del gobierno resolver ese problema de las mujeres pobres, que son quienes mueren por abortos inseguros, no avanzó en nada al respecto.
Al contrario, está en el parlamento la llamada “bolsa de estupro”, que significa una recompensa económica que percibirían las mujeres violadas si deciden continuar con el embarazo producto de la violación y la imposición al violador de que reconozca la paternidad. ¡Pretenden evitar los abortos humillando y comprando la dignidad de las mujeres!
Según otro proyecto de ley, la mujer que aborte en función de microencefalia, consecuencia del zika, estará sujeta al doble de años de prisión que en cualquier otro caso.
A pesar de la sanción de la Ley Maria da Penha en 2006, que penalizó la violencia contra la mujer, la tasa de femicidios aumentó un 21 % entre 2003 y 2013, con un promedio de 13 asesinatos por día. Las principales víctimas: jóvenes y negras.

¡Ningún derecho menos! ¡FUERA TODOS ELLOS!

Ésa es Dilma Rousseff. Con Dilma y el PT las mujeres trabajadoras y las jóvenes, la familia obrera, los sectores populares, seguirán perdiendo conquistas, lo mismo que si la sucede Temer o cualquiera de los otros candidatos patronales.
Dilma es una agente del imperialismo, es la cabeza visible de un gobierno de frente popular que destina 70 % de las finanzas brasileñas al pago de la deuda externa, que le garantiza a los grandes capitalistas el saqueo y la explotación, otorgando algunas dádivas minúsculas a los trabajadores y al pueblo y que ahora, cuando la crisis internacional baja las tasas de ganancias para las empresas, aplica las recetas de ajuste y represión, para garantizar de esa forma, que esas empresas no pierdan un solo centavo.
Las trabajadoras no confiamos en Dilma. Tampoco confiamos en Temer ni en ninguno de los representantes de la burguesía. Nada bueno puede venir para nosotras de la mano de cualquiera de ellos. Por eso decimos FUERA TODOS ELLOS. Es necesario sacarlos, exigir elecciones generales ya, con nuevas reglas y dedicarse a la construcción de consejos populares en las escuelas, en los lugares de trabajo y en los barrios.
Desde Argentina nos solidarizamos con la clase trabajadora de Brasil, con las mujeres que junto a sus compañeros varones salen a las calles a movilizarse para construir una verdadera alternativa obrera y revolucionaria.