El día 18 de abril en la Primaria 86 de Villa La Florida-Solano, partido de Quilmes, tuvo lugar un hecho brutal. En la puerta de la escuela, una madre golpeó a una maestra de largos años en la docencia y con quien llevamos adelante la bandera de la educación pública y de la EP 86 en el último conflicto docente. No sabemos las razones de la madre, aunque nada justifica lo que hizo, lo que sí sabemos es que esa madre había ido a buscar a la maestra el miércoles anterior y amenazó a otra compañera pensando que ella era la Seño de 6° grado, lo peor es que los directivos sabían esta situación y olvidaron alertar a la compañera que se encontraba de turno en la puerta el día lunes.
El día martes 19 se hizo una reunión con padres, directivos e inspectora, SIN suspensión de clases, provocando que muchas compañeras no pudieran participar para quedarse con los chicos. “Con los derechos de los chicos no” repetían una y mil veces las autoridades, y yo dije: “El derecho del niño es vulnerado cuando se pretende seguir dando clases en cualquier condición sin la calidad educativa que nuestros alumnos merecen, cuando no tienen un plato de comida y sus familias pierden el trabajo y no saben cómo llegar a fin de mes, cuando la violencia los atraviesa cotidianamente, incluso en la escuela. Es vulnerado cuando no encuentran explicación de por qué su maestra no está más en el aula.”
El golpe fue para todas las escuelas públicas
Sabemos que este hecho no es aislado, los docentes venimos peleando por la educación pública, en defensa de nuestras condiciones laborales y por un salario digno desde que empezó el año. El gobierno de Macri reprime a los docentes igual que en la Santa Cruz de Alicia Kirchner. Siempre que comienza el año y hay paritarias, los docentes estamos expuestos y en esta situación de violencia creciente, ajuste, polarización y ataque a los derechos y condiciones de vida de los trabajadores, los gobiernos dejan el camino abierto a que cada persona haga lo que cree pertinente para “ajusticiar”, en este caso a una maestra.
No podemos permitir que se siga atacando nuestra educación pública, esta vez la piña nos pegó a todos, a los trabajadores de la educación y a cada familia que deja todos los días a sus hijos en nuestras escuelas.