other

¡TODO EL APOYO A UCRANIA! ¡DERROTAR A LAS TROPAS Y A LOS MERCENARIOS DE PUTIN!

La invasión rusa de Ucrania es una agresión brutal de una superpotencia militar contra un país históricamente oprimido que jamás ha amenazado la seguridad rusa. Eso solo sería ya suficiente para definir nuestra posición del lado del pueblo ucraniano contra tal agresión.

En una semana de guerra, hay miles de muertos y heridos, dos millones de refugiados, destrucción sistemática de la infraestructura ucraniana. Pero esta sangrienta agresión de Putin choca con la heroica resistencia del pueblo ucraniano. Acompañamos en tiempo real una emocionante movilización de masas que se enfrenta con cócteles molotov a un ejército invasor armado hasta los dientes.

 

Obviamente, no es posible prever con precisión las consecuencias de este enfrentamiento desigual. Pero algunos elementos empiezan a ser claros. Putin apostó por una conquista rápida de Kiev, con bajas civiles mínimas, ya que conoce la impopularidad que dentro de Rusia genera atacar a un país hermano como Ucrania. Aparentemente, su primera ofensiva contra Kiev FUE DERROTADA por la resistencia del pueblo ucraniano. Pero era solo la primera batalla de una dura guerra aún por delante.

 

Putin se vio obligado a posponer su plan de conquistar Kiev desde el principio, se retractó y ha centrado sus esfuerzos en tomar Jarkov, la segunda ciudad más grande del país, en el Este. Al momento de escribir este material, tampoco había logrado tomar Jarkov. Al mismo tiempo, intenta rodear Odessa y Mariupol, sin tampoco tomarlas.

 

Teniendo en cuenta todo el poderío militar ruso, la guerra tuvo un comienzo difícil para Putin. Una lección para los que piensan que una guerra se decide solamente por medios militares, como si fuera pura contabilidad de tanques y soldados de cada lado. Estados Unidos perdió en Vietnam, Irak y Afganistán. La URSS perdió en Afganistán y en la primera guerra de Chechenia. Sí, es posible derrotar a Putin.

 

Después de la primera semana de la guerra, Putin se vio obligado a redoblar su apuesta y ordenó la intensificación de los ataques en todos los frentes. Así, aumentaron los bombardeos y las víctimas, incluidos los niños. Putin llegó al colmo de atacar la central nuclear de Zaporizhia, que está en llamas. Y, sin embargo, Kiev y Jarkov siguen en pie.

 

Esto no quiere decir que no vayan a caer o que ya se pueda decir que Putin está perdiendo la guerra. A pesar de lo heroica que es la resistencia ucraniana, hay un límite sobre cuánto se puede resistir con cócteles Molotov contra armamento pesado, incluidas bombas termobáricas, como las que Putin lanzó contra Siria. Por las noticias que tenemos, hay un avance de las tropas rusas en el sur de Ucrania. Esto podría apuntar a una posible victoria militar de Putin. Pero estas primeras dificultades de Putin en el terreno militar merecen atención.

 

¿Por qué Putin no consiguió todavía tomar Ucrania?

 

Hay dos razones de fondo para las dificultades de Putin. La primera es que una guerra contra Ucrania es muy difícil de justificar internamente en Rusia. Son pueblos hermanos, la mayoría de los rusos tienen parientes, colegas y amigos ucranianos. Y es muy difícil convencer a alguien de que Ucrania representa una amenaza para la seguridad de Rusia o de cualquier otra nación… Putin, seguido por el estalinismo mundial que lo defiende, repite hasta el cansancio una sarta de mentiras, afirmando que Ucrania es un Estado, un país, o un gobierno fascista. Pero con cada día que se prolonga la guerra, con cada niño ucraniano asesinado, con cada edificio ucraniano bombardeado, las justificaciones de Putin se debilitan a los ojos del mundo, y también a los ojos de la población rusa.

 

El tiempo corre contra Putin, por eso hizo todo un teatro sobre que no atacaría a Ucrania, que los 150.000 soldados en la frontera solo estarían haciendo ejercicios militares. Apostó en el efecto sorpresa, en el desconcierto y conmoción de los rusos con el inicio de la guerra. No solo engañó al mundo entero, también engañó al propio pueblo ruso, que creía que no habría guerra. Es importante recordar los profundos lazos históricos, familiares, económicos y culturales que unen a los pueblos ruso y ucraniano, lazos que están siendo atacados por Putin, quien intenta convertir en enemigos a pueblos que siempre se han considerado hermanos.

 

Existe un serio riesgo para Putin de que la población rusa se vuelva masivamente contra él y la guerra, como lo hizo el pueblo estadounidense contra la guerra de Vietnam. Esto no ha sucedido todavía, ni podemos prever plazos aquí. Pero toda la información disponible confirma que hay conmoción, estupefacción y mucha tristeza e indignación por parte de los rusos con lo que está pasando. Y ya hay una clara oposición en un sector considerable. Hay manifestaciones callejeras y en las redes sociales, a pesar de toda la brutal represión, y más de 7.000 personas detenidas por protestar. Aumenta la represión y la censura dentro de Rusia, lo que refleja la preocupación de Putin por estas protestas.

 

Por eso Putin tiene prisa, porque es consciente del riesgo que corre su régimen. Y por eso apostó por una guerra rápida, con pocas bajas civiles, con los llamados ataques quirúrgicos contra objetivos militares y de infraestructura. Debido a estas consideraciones políticas, Putin se vio obligado a ir a la guerra sin utilizar de inmediato todo su potencial de destrucción. Y esto ha equilibrado la batalla, con muchas bajas también del lado ruso, a pesar de la dificultad de comprobar los pocos datos al respecto.

 

Putin necesita, por lo tanto, aumentar su potencia de fuego, ir a una guerra más cruda y violenta, de gran escala, con más destrucción, más muertos por todos lados, más bombardeos contra la población civil, más ataúdes de soldados rusos. Pero se choca con el costo político de tal operación y, por eso, vacila en dar este paso.

 

Eso no significa que no pueda hacerlo. Putin está dispuesto a todo, necesita someter a Ucrania a cualquier costo, por eso incluso ha amenazado con el uso de armas nucleares, lo que en sí mismo merece el rechazo de todos los pueblos del mundo, incluido el pueblo ruso.

 

La segunda razón de las dificultades de Putin es que la fuerza de la resistencia ucraniana no es una casualidad imprevista ni inexplicable. Ucrania vivió una revolución en 2014 por la liberación de su país de la secular opresión rusa, y Putin es para ellos el verdugo de esta revolución. Los ideales de libertad e independencia de la Plaza Maidán siguen vivos y se ven reforzados hoy. De ahí la inspiración y la fuerza para luchar.

 

Al contrario de lo que pasó en Belarus en 2020, en Kazajistán en enero de este año, y con las manifestaciones contra Putin en 2012 y 2021 en Rusia, Maidán no fue derrotada en 2014. Fue interrumpida, desviada, congelada. Por un lado, por el contraataque de Putin con la anexión de Crimea y la ocupación de Donetsk y Lugansk con mercenarios financiados por Moscú.

 

Por otro lado, debido a la crisis de dirección revolucionaria, la revolución de 2014 fue encauzada y desviada por las direcciones burguesas proimperialistas de los gobiernos ucranianos que sucedieron a Maidán, que implementaron un paquete de ajuste del FMI, reprimieron manifestaciones opositoras, mantuvieron y profundizaron la dependencia económica de Ucrania en relación con las potencias de Europa y los Estados Unidos.

 

Aun así, Maidán derrocó al candidato a dictador Yanukovich; disolvió la Berkut, las tropas de choque que reprimían las manifestaciones; conquistó libertades democráticas inexistentes en Rusia. Esto es inaceptable para Putin.

 

Putin temía que la revolución ucraniana llegase a Rusia, por lo que contraatacó y ocupó una parte del país, en un preludio de lo que está haciendo ahora. Por otro lado, los gobiernos que se sucedieron en Ucrania desde 2014, al ser tan burgueses y proimperialistas como el gobierno de Yanukovich, mantuvieron el rumbo de la colonización de Ucrania por parte del capital europeo y estadounidense, sin, por lo tanto, resolver la cuestión de una independencia de hecho del país. Para conquistar una Ucrania libre, independiente y soberana es necesario tener un gobierno dispuesto a romper con el imperialismo, algo que no pueden hacer ni Yanukovich ni Poroshenko ni Zelensky. Solo un gobierno de la clase trabajadora ucraniana puede verdaderamente liberar el país. A pesar de estas consideraciones, el régimen bonapartista de Yanukovich fue derrotado en 2014, y Putin no pudo evitarlo en esa ocasión. Y por eso está tratando de resolver el problema ahora, subyugando a Ucrania por las armas.

 

Una Ucrania libre, independiente y democrática como exige el pueblo ucraniano es inaceptable para Putin y para la burguesía rusa. Pero es un ideal que sigue vivo más que nunca en el corazón y la mente del pueblo ucraniano. La moral de las tropas y del pueblo ucraniano para combatir es muy alta, saben por lo que luchan y por lo que vale la pena luchar. Esto contrasta con los soldados rusos que mal saben por qué están allí, como lo demuestran innumerables videos de soldados rusos capturados, muchos de los cuales pensaron que estaban en ejercicios militares, o que serían recibidos por el pueblo ucraniano como libertadores, o que ni siquiera tenían clara conciencia de que estaban en Ucrania. Estos también fueron engañados por Putin.

 

Estos dos factores hacen que la guerra sea mucho más compleja de lo que Putin preveía inicialmente.

 

Un lucha muy dura por delante

 

Esto de ninguna manera significa que Putin no tenga salida. La superioridad militar rusa es brutal, es una lucha muy dura. Putin puede ganar la guerra y derrocar el gobierno de Kiev. Si consideramos solo la superioridad militar rusa, esta es incluso la hipótesis más probable. Pero el campo militar es el único en el que Putin tiene superioridad, e incluso así, por las razones explicadas anteriormente, una superioridad relativa. En todos los demás campos, Putin está perdiendo. Está perdiendo la guerra de información, está perdiendo la guerra diplomática, está perdiendo en la arena económica. Pocos gobiernos lo apoyan directamente. Hoy podemos decir con cierta confianza que Putin es la persona más odiada del planeta por pueblos de todos los continentes. Así como somos testigos de una inmensa ola de solidaridad y simpatía con la resistencia ucraniana. Putin cuenta con China e India de su lado, pero incluso estos han hecho declaraciones diferenciándose de Putin. No votan en la ONU ni con EEUU ni con Putin, prefiriendo abstenerse.

 

Al mismo tiempo, además de la inferioridad militar, Ucrania tiene una gran desventaja que podría ser crucial para una posible derrota. Que su justísima lucha es dirigida por la burguesía ucraniana, en la figura de su presidente Zelensky. Una burguesía que ya ha mostrado su absoluta cobardía, que siempre se ha conformado con vender Ucrania a veces a Rusia, a veces a los Estados Unidos y a la Unión Europea. Esta burguesía puede en cualquier momento firmar una rendición cuando aún es posible resistir. Es fundamental que la resistencia organizada, los comités de defensa territorial, las organizaciones de trabajadores asuman la dirección de la lucha popular y nacional contra el agresor Putin.

 

Pero incluso si Rusia logra una victoria militar, la resistencia del pueblo ucraniano y el descontento del pueblo ruso con la guerra, combinados con los efectos de la crisis económica mundial exacerbada por las fuertes sanciones económicas que sufre Rusia, harán que sea casi imposible para Putin estabilizar la situación. Todo esto apunta a un período de crisis prolongada en toda la región, incluida la propia Rusia, así como Belarus, Kazajistán, el Cáucaso y otras regiones de la antigua URSS.

 

El imperialismo se reubica

 

Esta situación obligó al imperialismo a cambiar su política. Hasta el comienzo de la guerra, tanto EE. UU. como la Unión Europea apoyaron a Ucrania solo de palabra. Alemania había establecido un embargo de armas ofensivas para Ucrania, vendiendo exclusivamente armas defensivas, como sistemas antiaéreos. Biden declaró antes de la guerra que si Putin ocupaba «solo la región del Donbass», no se consideraría una invasión. Casi una carta blanca para que Putin actúe. Asimismo, Alemania se negaba a incluir entre las posibles sanciones el bloqueo del gasoducto Nort Stream 2 que une Rusia con Alemania sin pasar por Ucrania, y la Unión Europea se negaba a discutir la desconexión de Rusia del sistema SWIFT de transacciones financieras internacionales. Las primeras sanciones aprobadas fueron simplemente ridículas. Pero la resistencia ucraniana y la inmensa ola de solidaridad que la acompaña obligó a estos gobiernos a reubicarse. Había 100.000 en las calles de Berlín exigiendo que el nuevo canciller alemán Olaf Scholz dejase de mirar e hiciese algo.

 

El imperialismo, que contaba con que Putin hiciese el trabajo sucio de masacrar a la indomable Ucrania, y contando incluso con desgastarlo en el proceso, ahora comienza a cabalgar el movimiento, con fuertes sanciones económicas y total aislamiento diplomático de Rusia, si no contamos el pateetico papel cumplido por el presidente brasileño Jair Bolsonaro y por Nicolás Maduro en Venezuela.

 

La política de Putin de hecho ayuda al imperialismo y a la OTAN

 

Los imperialismos estadounidense y europeo ahora tratan de hacerse pasar por defensores de la democracia, cuando hace apenas un mes y medio guardaron silencio sobre la represión rusa contra el levantamiento del pueblo kazajo contra la dictadura en el país.

 

Fue Putin, con su política, el que abrió esta posibilidad para el imperialismo. Biden estaba en una crisis brutal de su gobierno, y ahora tiene espacio para presentarse como el defensor de la libertad y la democracia en Ucrania. Alemania finalmente ha encontrado la disculpa para liberarse de las amarras que le impedían participar en conflictos militares desde la Segunda Guerra Mundial, y ya ha anunciado que triplicará su presupuesto militar. La OTAN, que se enfrentaba a una crisis de identidad, con dificultades para justificar su propia existencia, se reafirma ahora hipócritamente como “una alianza para la defensa y por la paz”. Países que nunca habían adherido a la OTAN ahora están discutiendo abiertamente el tema, como Finlandia y Suecia. La Unión Europea, que se negaba a incorporar a Ucrania, ahora está a punto de aprobar un fast track [una vía rápida] para aceptar a Ucrania en el bloque. Después de nueve días de guerra, ahora Moldavia también ha pedido ser aceptada en el bloque. Todo esto es “mérito” de Putin. Aquellos que consideran a Putin un gran estadista y estratega necesitan despertar de su profundo sueño y enfrentar la realidad: ¡Putin le está haciendo un enorme favor al imperialismo y a la OTAN!

 

No hay vuelta atrás hacia la situación anterior a la guerra, se ha abierto la caja de Pandora. La invasión rusa ya tiende a ser el mayor conflicto militar en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Es una expresión de la crisis del orden mundial imperialista, y lo que al mismo tiempo la realimenta.

 

La invasión rusa, por un lado, y la heroica resistencia ucraniana, por otro, conforman el gran hecho de la realidad, eclipsando la propia pandemia de la COVID-19. Y su desenlace determinará todo el próximo período.

 

Por todo lo dicho anteriormente –aun considerando la existencia de dos bloques contrarrevolucionarios, uno liderado por la opresora y agresora Rusia, y otro integrado por el imperialismo estadounidense, la OTAN interesada en expandirse a Europa del Este, y la Unión Europea deseosa de colonizar a Ucrania directamente sin precisar pasar por la intermediación de Putin–, nuestra posición es clara. Parte de la centralidad del tema de la opresión, agresión y ocupación militar rusas contra una Ucrania que lucha valientemente por su derecho a existir como nación independiente, libre, democrática y soberana. Sabemos cuál es nuestro lado.

 

Putin y el estalinismo mienten para justificar la agresión

 

El aparato estalinista mundial defiende al agresor Putin, con la narrativa de la “desnazificación” de Ucrania. Sin embargo, Putin está aplicando en Ucrania los mismos métodos que usó Hitler para invadir a la URSS en la Segunda Guerra Mundial. El hecho es que la invasión rusa no tiene nada que ver con ninguna “desnazificación”, esto es solo la cortina de humo de Putin para justificar lo injustificable ante el público interno ruso. La razón de fondo es que una Ucrania democrática, libre y soberana, bandera de la Revolución de Maidán de 2014, es inaceptable para la burguesía rusa, que necesita de regímenes dictatoriales, represivos y policiacos en todos los territorios de la antigua URSS, a imagen y semejanza del régimen de Putin. Una Ucrania libre sería un “mal ejemplo” para los países de la región. No hay nada que Putin tema más que nuevos Maidanes, en Belarus, Kazajistán, el Cáucaso… ¡y dentro de Rusia!

 

Putin afirmó incluso antes de la guerra que la nación ucraniana nunca existió, que fue una invención de Lenin y de los bolcheviques. Por eso dijo que quería «descomunizar» a Ucrania, para eliminar cualquier vestigio de independencia y soberanía de esta nación que insiste en afirmarse. Putin niega el derecho de Ucrania a existir como nación, y esa es la razón de fondo de la guerra.

 

Y aquí radica una gran lección: el estalinismo burgués, que utiliza los métodos de falsificación, mentiras, represión y violencia tradicionales del viejo estalinismo, pero ahora para defender directamente a regímenes capitalistas como el de Putin, de hecho está y ha estado siempre en contra de la política de Lenin de defensa del derecho a la autodeterminación de las nacionalidades oprimidas. Una política opuesta por el vértice a la política de opresión estalinista, que transformó a la antigua URSS en una prisión de pueblos, y que hoy es copiada y reivindicada por Putin. El estalinismo está con Putin. ¡El leninismo está con Ucrania!

 

¡Rodear de solidaridad a Ucrania!

 

Es deber de todas las organizaciones de trabajadores, democráticas, estudiantiles, de derechos humanos, todos los socialistas, demócratas, pacifistas, todos aquellos que están en contra de la agresión rusa, organizar manifestaciones y actividades conjuntas en solidaridad con Ucrania.

 

La defensa y el apoyo categóricos a la heroica lucha armada del pueblo ucraniano contra la invasión rusa son una necesidad. Contra las posiciones que defienden una paz en abstracto, cuando la única respuesta posible frente a una invasión militar es la guerra contra el invasor. No estamos a favor de la «paz de los cementerios de Putin» ni de una intervención de la OTAN en la guerra, ni tampoco de la incorporación de Ucrania a la OTAN, lo que la convertiría en una base militar del imperialismo. Estamos por la derrota de la invasión rusa a manos del propio pueblo ucraniano.

 

Debemos exigir armas y apoyo económico para que el pueblo ucraniano resista la ofensiva rusa. Armas de los países que dicen que apoyan a Ucrania, para que la resistencia ucraniana pueda luchar. Pero de ninguna manera aceptaremos tropas de la OTAN para reemplazar a las tropas de Rusia. No puede haber ilusiones aquí sobre los reales objetivos de la OTAN, que nada tienen que ver con la libertad, la democracia y la soberanía.

 

Una ofensiva militar de la OTAN en Ucrania solo tendría como objetivo convertir el país en una semicolonia militar. No queremos sustituir la opresión rusa con la opresión de la OTAN. La OTAN representa a los gobiernos de la UE y EE. UU. en la búsqueda del control económico directo de Ucrania, sin la obligación de pasar por Putin.

 

También debemos exigir a todos los gobiernos que rompan relaciones diplomáticas y económicas con la Rusia invasora, como hacemos con Israel o como hicimos contra el apartheid de Sudáfrica.

 

Los sindicatos deben alentar acciones para boicotear el comercio y los negocios con Rusia, y también buscar contactos con los sindicatos ucranianos en lucha. Debemos buscar hacer lo mismo con los movimientos de la juventud y de lucha contra las opresiones, buscando siempre contactar con la resistencia ucraniana, organizando campañas de apoyo político y material.

 

¡Fuera las tropas de Putin de Ucrania, todos a las calles!