La cosa empezó mal: en el minuto de silencio guardado por las víctimas de los recientes atentados en París, la pantalla central proyectaba los colores de la bandera francesa. Con ese gesto, organizadores y participantes del debate pasaron de la correcta solidaridad con las víctimas, a plegarse al apoyo mundial al gobierno de Francia, que usa los atentados para cerrar filas en su país en torno a los bombardeos contra el pueblo sirio.
Luego seguiría una hora y media de frases huecas, chicanas, preguntas sin responder y pases de factura, que lo único que dejan es la certeza de que entre ambos candidatos no hay mayores diferencias. Ambos trataron de sacarse de encima sus “herencias” políticas. Ambos hablaron de “favorecer al desarrollo”, de “estado presente” y demás. Pero en cuanto a las medidas sociales, educativas y de seguridad, ambos dejaron entrever que el eje de sus políticas no es otro que el de hacer de la argentina una país “atractivo” a los capitales locales y extranjeros, con orden y estabilidad y seguridad para sus negocios.
Lo más interesante de todo el debate, fue ver a ambos acusarse mutuamente de “ajustador” y “devaluador”. Así, los dos candidatos reconocieron implícitamente que el ajuste, el ataque económico a los trabajadores y el pueblo, es lo que está por venir. Con rodeos de palabras, los dos candidatos dijeron básicamente que piensan evitar el ajuste favoreciendo la inversión extranjera y los negocios del empresariado local. Pero ninguno mencionó que hará en el caso de que la caída de las economías china y brasilera afecte a nuestro país, cortando el flujo de capitales hacia la argentina y endureciendo las condiciones de los inversores, en medio de vencimientos de una deuda externa de la que ninguno de los dos candidatos cuestionó los pagos
Y es que lo que ambos contendientes dicen, cuando hablan de “devolver la confianza” (como Macri) o “proteger el desarrollo y la industria nacional” (como Scioli), es que ellos están dispuestos a hacer que la caída cada vez más acelerada de la economía, la paguemos los trabajadores y el pueblo, a través de ajustes, devaluaciones y desocupación. Porque lo que se desprende de este “debate”, sin que lo digan abiertamente, es que ambos piensan gobernar para los grandes capitales.
Mientras estos candidatos hablaban del desarrollo del país, afuera estaban los trabajadores de Cresta Roja, peleando en defensa de sus puestos de trabajo ¿Qué dijeron al respecto los candidatos? Por supuesto que nada de nada. Una vez más quedó al descubierto que todas las promesas y propagandas de campaña no son más que una farsa, en la que nos quieren hacer creer a los trabajadores que tenemos la libertad de elegir entre distintas opciones.
Por eso, es necesario dejarles en claro el rechazo a estas políticas. Decirles que no queremos volver a pasar por lo que sufrimos en el pasado. Hacerles saber que su ajuste no pasará, que será derrotado por una resistencia encarnizada. Y la forma de hacerles llegar ese mensaje es VOTANDO EN BLANCO, única expresión posible del enfrentamiento a estas políticas. Por eso, desde el PSTU en el FIT, volvemos a llamar a todos los trabajadores, a todo el pueblo, a votar en blanco este 22 de noviembre