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Un programa desde las luchas hasta la revolucion

Jujuy, como todo gran proceso de lucha, expone las tendencias más profundas de la realidad, y a la vez pone a prueba los programas de las diferentes clases.

Una de las provincias más pobres del país, atravesada por contradicciones de siglos. Una clase obrera mayoritariamente descendiente de pueblos originarios, y una burguesía blanca, representada en todos los partidos políticos patronales del sistema. 

Como resultado de los desarrollos de la economía mundial y la crisis capitalista en curso, un proceso de transformación de las matrices productivas ubican el litio como un producto muy preciado. 

El “oro blanco”, como fuente de riqueza extrema, atrae la competencia entre monopolios mineros y potencias mundiales. 

Los capitalistas locales y sus políticos se postulan como socios menores (o directamente sirvientes) de las multinacionales. En lugar de esperanza de mejores condiciones de vida para la población, el Estado y su régimen político, la falsa “democracia” capitalista, se ponen en marcha para crear todas las condiciones para las ganancias de los monopolios. Y para eso, se apuran a cambiar las leyes y la propia Constitución, para favorecer la “seguridad jurídica” de las inversiones extranjeras.

El pueblo observa esa escena, mientras ve retroceder año a año su nivel de vida, hacia la pobreza extrema luego de décadas de desindustrialización de la provincia.

Parece repetirse la historia varios siglos después: el mineral del Potosí como maldición para la población local.

El proceso de primarización de la economía argentina de las últimas décadas (limitando nuestro papel en la división mundial del trabajo a proveer materias primas agrícolas, minerales, petroleras, etc.) se pone al rojo vivo, y presenta los rasgos más característicos del imperialismo: mayor concentración y riqueza en un lado, mayor miseria del otro. Junto a eso,  represión ante la protesta.

Frente a esta realidad, estalló el jujeñazo. Una alianza espontánea entre clases explotadas (los asalariados del Estado, los mineros, las comunidades originarias) se lanzan a la lucha para enfrentar la guerra que el capitalismo y su Estado le han declarado. 

Es a este anticipo de lo que se viene en todo el país, que debemos responder los revolucionarios, con un programa que parta de esa realidad y luchas, para orientarlas al único camino que puede terminar esta guerra con el triunfo de los de abajo. Un programa para preparar una revolución que lleve a la clase obrera al poder para terminar con el saqueo, la explotación y la destrucción del medio ambiente, para lograr la Segunda y definitiva independencia, e iniciar el camino al socialismo, a través de la expropiación de los medios de producción bajo control de trabajadores y comunidades afectadas. 

¿Elecciones o revolución?

Los políticos peronistas y opositores celebran este año los “40 años de democracia”. Pero los trabajadores y el pueblo sabemos que no tenemos mucho que festejar. 

Con justa indignación, el pueblo observa la decadencia de nuestro país mientras los políticos se pelean por la “torta”, acompañados por los sindicalistas traidores que los apoyan.

Ningún trabajador tiene esperanza de que estas elecciones solucionarán nuestros problemas. Gane quien gane, estaremos peor.

Por eso, participaremos de las elecciones para decir con toda claridad que no hay que confiar en esta “democracia” mentirosa, ni sus instituciones ni sus políticos. Sólo podemos confiar en la unidad de la clase obrera y el pueblo pobre, y en nuestra lucha para enfrentarlos. Si hay elecciones, estaremos allí, no para crear expectativas de que con más diputados de izquierda estaremos mejor.  Lo haremos para combatir toda ilusión en esa democracia mentirosa. Y para dialogar con miles de trabajadores, jóvenes, mujeres, para explicar nuestra propuesta, y llamarlos a construir juntos la nueva dirección política y sindical que necesita la clase trabajadora.

POR EL TRIUNFO DE LA RESISTENCIA UCRANIANA

Nuestros candidatos levantarán el apoyo a Ucrania contra la criminal invasión de Rusia. 

La solidaridad internacional contra todo pueblo agredido es obligación de la clase obrera.

¡Por la derrota rusa y el triunfo del pueblo ucraniano¡ ¡Armas para Ucrania! ¡Por la disolución de la OTAN!