Hace años que la ciudad de Rosario, en la provincia de Santa Fe, vive una escalada de violencia producto de los enfrentamientos entre las bandas de narcotraficantes. Los distintos gobiernos municipales, provinciales y nacionales que han pasado, sean del Partido Socialista (PS), Partido Justicialista (PJ-Peronistas), el macrismo (PRO), la Unión Cívica Radical (UCR) o ahora de La Libertad Avanza (LLA) de Javier Milei, no le han dado solución.
En un intento de ganar legitimidad, el gobernador Maximiliano Pullaro ha comenzado a realizar requisas a lo “Nayib Bukele” (Presidente de El Salvador) en las cárceles de máxima seguridad. Esto provocó una respuesta unificada de todas las bandas, que en pos de dejarle un mensaje al Gobierno Provincial, desataron una ola de asesinatos mafiosos y amenazas que ha paralizado la ciudad.
La respuesta de los gobiernos tanto Nacional como Provincial ha sido reforzar las fuerzas de seguridad. Ahora preparan una serie de medidas para facilitar la intervención de las fuerzas armadas. Pero ¿es esta la solución? ¿Cómo se llegó hasta este punto? En este artículo intentaremos responder algunas de estas preguntas.
Agronegocio, hidrovía y narcotráfico
En el Gran Rosario se encuentra el principal complejo oleaginoso del mundo y el nodo portuario exportador de soja más grande. El 47% de los granos del país se canalizan por Rosario, y especialmente el 57% de la soja.
A través de la Hidrovía Paraná-Paraguay circulan un 90% de las exportaciones. Las empresas COFCO (China), Cargill (EE.UU.), ADM (EE.UU.), BUNGE (EE.UU.), Glencore (Suiza/Inglaterra), Louis Dreyfus (Francia), AGD (Argentina) y Vincentin (Argentina), son dueños de los puertos que se encuentran en la cuenca. De las 21 terminales portuarias existentes, 16 se encuentran en manos del capital extranjero.
¿Qué tiene que ver esto con el narcotráfico se preguntarán? Justamente esta estructura totalmente controlada por las manos de las multinacionales es la que favorece a las mafias. La Hidrovía es hoy la principal ruta de salida del narcotráfico hacia Europa. Un ejemplo, en septiembre de 2022 fueron secuestrados 1400 kilos de cocaína en Brasil y en Países Bajos, que provenían del puerto de Rosario.
Pedro Peretti, ex titular de la Federación Agraria Argentina, aporta un dato que nos da una idea de cómo se influye y se digita con la privatización de los puertos: “Acabamos de ver ayer que un ciudadano que no sabemos quién es va a hacer una inversión de 550 millones de dólares en un puerto sobre Timbúes. Llama mucho la atención”.
Ahora, el Gobierno Nacional autoriza la presencia del ejército “yanqui” en la Hidrovía con la excusa del asesoramiento técnico para dragados. Pero además probablemente justificarán esta medida, disfrazándola con “la guerra contra el narcotráfico” que EE.UU. viene llevando adelante hace décadas. “Guerra” que, al ser solamente una excusa para aumentar su injerencia y control político en América Latina, ha fracasado y favorecido la consolidación de “narcoestados” en países como México y Colombia.
La crisis social es combustible
El marco nacional que vivimos, con aumentos exorbitantes en los precios, el deterioro de los salarios, los despidos o el cierre de empresas, con la pobreza en casi un 60% y la indigencia en 15% agravan esta situación.
En los barrios populares, los grupos mafiosos encuentran terreno fértil para reclutar “soldaditos” entre los pibes que ya no tienen absolutamente nada que perder. Con más de un 55% del empleo en condiciones de precariedad y en una situación de desesperación total, sumado muchas veces al consumo problemático de sustancias en aumento constante ante la crisis, el negocio “narco” termina teniendo muchas más cosas que ofrecer que las miserias de Rappi o Pedidos Ya.
Todo esto se amplifica con el ataque del Gobierno a la cultura y el deporte. Los clubes de barrio y los centros culturales son una última línea de defensa en contra del reclutamiento por las mafias. Pero en medio de un ataque directo a estos sectores, e indirecto (a través, por ejemplo, de los tarifazos), este rol se deteriora.
La “bukelización” no es la salida
El modelo de Nayib Bukele, aparece como la salida al problema del narcotráfico, debido a su modelo carcelario y su “tolerancia cero” hacia las pandillas. Esto, en principio, tendría mucho sentido, ya que Bukele logró bajar sustancialmente la tasa de asesinatos en el país, al menos, según los datos oficiales, de 38 cada 100 mil habitantes, a 2,4.
Pero lo que ha hecho Bukele ha sido reemplazar un estado de excepción (el de las maras y las pandillas) por otro, el del propio estado. Hay denuncias de detenciones arbitrarias, torturas, persecución a referentes de derechos humanos, políticos opositores y dirigentes sindicales. Incluso hacia un chico con Síndrome de Down. Todo mientras la pobreza extrema en El Salvador ha aumentado de 5% a 8% desde el 2019 hasta ahora. Claramente la salida no puede ser elegir entre la violencia de las pandillas y las maras, o la del Gobierno, que, además, mata con el hambre.
Para terminar con el negocio
La “mano dura” no es la salida, y menos con las fortunas de los mafiosos intactas. Para terminar con el narcotráfico, es necesario nacionalizar la banca y el comercio exterior, para controlar y confiscar el flujo de las millonarias cifras que manejan. Terminar con los negocios privados en la Hidrovía, y establecer el control, por medio de asambleas de trabajadores de lo que se exporta e importa. Echar a las multinacionales del río Paraná y “adueñarnos” de los puertos que, además, se llevan para afuera las riquezas de nuestro país
Hay que terminar con los bancos privados y expropiarles las fortunas a los narcotraficantes. Terminar con el secreto comercial y bancario, que una comisión de víctimas del narcotráfico vea los libros y movimientos bancarios de los últimos 10 años, no solo de los bancos o financieras, sino también de las cuevas, aplicaciones como mercado pago o uala y las criptomonedas.
Ahí vamos a encontrar no solo el capital del narco sino sus cómplices.
Lo mismo se debe investigar a todos los políticos, jueces, fiscales y miembros de las fuerzas policiales o federales, allí también hay culpables y socios del narco.
Contra los narcos en los barrios, organización y autodefensa
No podemos confiar en las Fuerzas de Seguridad como la Policía, incluyendo las Fuerzas Armadas, si las convocan, ya que ellos son parte del negocio. Al menos dos de los últimos asesinatos, fueron realizados con munición policial, demostrando la complicidad y/o inoperancia de las Fuerzas de Seguridad.
Tenemos que tomar el problema en nuestras manos. Y formar grupos de autodefensa en los barrios para combatir a los jefes narcos. Ellos tienen el armamento. Pero la clase obrera argentina ha derrotado a la dictadura militar en el ’82, pegándoles hasta con monedas.
Tenemos que sacar a los jefes narcos a las patadas de nuestros barrios. Y quitarles las armas para garantizar que no vuelvan a entrar.
Que se den instrucción de defensa personal, del uso de armas blancas o de fuego en cada fábrica, unión de fomento, centro de estudiantes y lugares de trabajo, coordinado con los sindicatos, movimientos sociales, organizaciones juveniles, de mujeres o LGBT. Ningún trabajador rosarino debe estar indefenso, la organización popular es la única manera de combatir al narco.
Por una salida frente a la miseria social
No podemos terminar con las mafias si no cortamos la cadena que les permite seguir reclutando pibes en nuestros barrios.
Es necesario garantizar empleo digno y de calidad, con un salario acorde a las necesidades. Por ejemplo, se podría impulsar un plan de obras públicas para generar puestos de trabajo. A su vez establecer un salario que cubra la canasta familiar, indexado automáticamente con la inflación, y prohibir el empleo informal, aún a través de artimañas como la estafa del “monotributo”, que utilizan todas las patronales, como las plataformas como Uber o PedidosYa.
A la vez, legalizar las drogas para darle un golpe contundente al negocio. Y producirlas en los laboratorios estatales como el que tiene Santa Fe. Así se puede terminar con las drogas “sintéticas” que son muchísimo más dañinas para la salud, y ejercer un control social del consumo.
Y junto a eso, con la asignación de recursos (no pagando la Deuda fraudulenta), promoción y creación de centros de desintoxicación y rehabilitación, más clubes deportivos, centros culturales, cines, y más en los barrios. Reducir la jornada laboral para dar más lugar al ocio, la cultura y el deporte.
El primer gobierno de Perón logró los niveles más bajos de delincuencia, gracias al pleno empleo y a la creación de más de 100 clubes deportivos en los barrios. Cómo terminó esto y por qué no prosperó no es tema de este artículo, no discutiremos aquí nuestras diferencias históricas con el peronismo. Pero sí queremos señalar que ningún gobierno posterior que lo reivindique ha hecho siquiera una mínima parte de eso.
Por un gobierno de los trabajadores
El sistema capitalista, por medio de su lógica de “todo sea por la ganancia” es el principal responsable de que se desarrollen el narcotráfico, la trata de personas y todo tipo de mafias. No se puede tomar medidas de fondo, sino rompemos con el capitalismo.
Los trabajadores y el pueblo debemos encabezar una Revolución Socialista, que imponga un gobierno de los trabajadores. Tenemos que recuperar todas las riquezas de nuestro país, los recursos naturales, las grandes empresas, el agro, al servicio de nuestras necesidades y no de la fortuna de unos pocos. Solamente si controlamos la economía tendremos lo necesario para terminar con este ciclo de muerte.