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Una vez más ¿Qué sindicatos necesitamos?

Mientras los precios y las tarifas siguen escalando y los despidos se van generalizando, la CGT amaga con convocar una movilización para el 1ro de mayo. Y al mismo tiempo empiezan a discutir un proyecto de reforma laboral. Un poco más “suave” que el que estaba en el DNU. Pero de contenido, lo mismo: apretar a los trabajadores para aumentar las ganancias empresariales.

Tamaña traición de la CGT solamente se explica por los intereses de los dirigentes sindicales. Ellos se benefician de determinados aspectos de la reforma laboral, por ejemplo de la modificación en las multas laborales, ya que ellos emplean trabajadores en las obras sociales.

La génesis del problema 

Podríamos decir que entonces la solución es buscar dirigentes menos vendidos. Pero no es tan simple.

Los sindicatos que tenemos son máquinas de generar nuevos burócratas. Están atados por la Ley de Asociaciones Profesionales, que le permite al Estado reglamentar su funcionamiento, decidir cuáles sindicatos son válidos y cuáles no.

Mediante “cajas” como las de las obras sociales, generan una dependencia del Gobierno, y a la vez, un negociado para hacer por debajo de la mesa. También utilizan mecanismos como las Conciliaciones Obligatorias para disciplinar y desviar los conflictos.

En algunos lugares como en General Motors, los delegados cobran un plus de la patronal por auto producido. Todos estos mecanismos existen para asegurar que, aunque surjan dirigentes más jugados y honestos, tarde o temprano, están con las manos atadas y terminan eligiendo entre la corrupción o el aislamiento.

¿Milei combate la corrupción de los sindicatos?

En la apertura de las sesiones del Congreso, Javier Milei anunció que enviaría una ley para intervenir las elecciones sindicales y garantizar transparencia ¿Eso tiene que ver con que genuinamente quiere terminar con el “curro” de los sindicalistas? No es precisamente eso.

El Gobierno capitalista como tal sirve a los intereses de los empresarios como Paolo Rocca, que se a los burócratas los quieren sacar de en medio y hacer sus negocios solos. De ahí todas las medidas del Gobierno que tocan los negocios de la burocracia: el fin de la hiperactividad, la desregulación de las obras sociales, etc.

La puja que existe entre Milei y la CGT no es una puja entre quién ataca a los trabajadores y quien los defiende. Los dirigentes sindicales traidores buscan ser “socios menores” de las patronales y llevarse un poquito de la ganancia para ellos. Algunos empresarios los aprovechan para mantener a raya a sus trabajadores, y otros prefieren no tener que compartir ni un vuelto de sus ganancias.

¿Y las listas opositoras?

En ocasiones se da que listas opositoras armadas por agrupaciones de izquierda ganan Comisiones Internas o Sindicatos. Así sucedió por ejemplo en varias seccionales de SUTEBA (Docentes), en el Ferrocarril Sarmiento o en el SUTNA (Neumáticos), por dar ejemplos.

Por supuesto que es un triunfo sacar de sus sillones a los burócratas atornillados y vendidos. Pero la pregunta es si estos triunfos cambiaron cualitativamente el carácter de esos sindicatos. 

Cambiar solamente la directiva no sirve. Podemos ser más “luchadores”, hacer más asambleas, pero si no cambiamos los mecanismos que forman esas burocracias, entonces estaremos cavando nuestra propia tumba. No puede haber democracia sindical sin romper con las ataduras materiales y legales de las organizaciones gremiales respecto a las patronales y a su estado

Por una nueva dirección que revolucione nuestras organizaciones

Cuando el Gobierno quiere meterse dentro de los sindicatos, aún si es contra dirigentes vendidos, debemos oponernos. El Gobierno no debe tener ninguna potestad en nuestras organizaciones. La única ley que debería regular los sindicatos es una que diga que los trabajadores pueden organizarse como quieran, y punto.

Las luchas que se están dando contra el Gobierno hambreador son una oportunidad para formar nuevas y nuevos dirigentes, que son muy necesarios hoy. Que vayan al frente. Que disputen la dirección de nuestras organizaciones, pero que no les tiemble el pulso en impulsar nuevos tipos de organismos cuando los que existen no alcanzan o se vuelven una traba. 

En nuestro país tenemos grandes ejemplos de organismos que fueron creados en situaciones especiales frente a la necesidad de los trabajadores de superar los marcos que estaban impuestos. 

Así surgieron las coordinadoras interfabriles en los 70’ por ejemplo. O también las asambleas de autoconvocados, los comités de huelga, etc.

Los dirigentes sindicales de la CGT son hoy un gran chaleco de fuerza que impide a los trabajadores prepararse para las peleas que tenemos que dar. Necesitamos una nueva dirección que cambie de fondo las organizaciones, para que tengamos todas las herramientas a nuestro alcance para derrotar el plan de entrega de Milei, y los planes ajustadores de todos los Gobiernos que vengan.