¡UNIR LAS LUCHAS POR SALARIO, CONVENIOS Y PUESTOS DE TRABAJO!

El estallido en Formosa, con represión violenta, heridos y detenidos, no fue un relámpago en cielo despejado. Más allá de que no coincidimos con el programa de esas movilizaciones y del aprovechamiento de Patricia Bullrich y sectores derechosos, fue una expresión genuina de bronca, hartazgo y la miseria creciente del pueblo formoseño, sin alternativas para sobrevivir frente a las restricciones que dictó el Gobierno de Gildo Insfran.

Aunque las causas en apariencia son distintas, está “fermentando” por abajo, en todo el país: se van recuperando las ganancias de los patrones pero en el pueblo se siente cada vez más el ajuste a los jubilados, la pérdida de poder adquisitivo de los salarios, la inflación, los despidos y la miseria que no deja de crecer. Y como si eso fuera poco trabajar sin protocolos y viajar amontonados, con el riesgo de contagio ante un incierto futuro de vacunación. Miles de millones para los exportadores de alimentos, subsidios para empresarios y para nosotros paritarias del 30% y en cuotas. Ajuste en los salarios de maestros, médicos y empleados estatales pero hay dólares para el pago de la Deuda Externa como exige el FMI. La bronca crece.

Un nuevo momento para las luchas

Desde hace ya algunos meses, tanto en localidades del interior, como también en Buenos Aires, cada vez son más los sectores que protagonizan movilizaciones como los de Rojas y Villa La Angostura por los femicidios, o los pueblos de Chubut contra la megaminería, paros, ocupaciones de fábricas, ocupaciones de tierras, cortes de calles y rutas.

Las expectativas, la confianza, la esperanza de que “algo va a cambiar para mejor” se está agotando y se abre paso la bronca contra la patronal, la desconfianza en los dirigentes sindicales, en el Ministerio de Trabajo, la Justicia y los funcionarios. En muchos sectores aun la bronca no encuentra por donde expresarse. Pero en otros aparece la organización por abajo, a veces con los delegados y otras contra ellos; las asambleas, que discuten y deciden, indicarían que hemos entrado en un nuevo momento de la lucha por la defensa del salario, los puestos de trabajo y los convenios. La masividad de las movilizaciones y acampes de las organizaciones sociales retrucan el verso de que “empezó la recuperación” y por eso “no hace falta el IFE.”

Lo nuevo es que estas peleas se están dando con protagonistas “peso pesados”, como los obreros fabriles metalúrgicos de Techint, los trabajadores de la Carne, choferes de la UTA, mezclados ahora con enfermeras, médicos, los “pibes” del reparto, los docentes de varias provincias. Los metalúrgicos de Tierra del Fuego ya venían “entonados” y también los Aceiteros luego de más de 20 días de paro y coordinación con los trabajadores del puerto y tantos otros.

A fines de febrero en Ternium Siderar (Canning), los obreros, cansados de que se les desconociera su carácter de metalúrgicos (convenio 17) y la negativa patronal de pagar al 100% los sábados y domingos al 70% de los trabajadores de planta salieron con la consigna “Somos metalúrgicos, no siderúrgicos”. Por eso dispusieron paro total, a pesar del boicot de la mayoría de los delegados y la conducción de la UOM Avellaneda (ver recuadro). Sortearon dos conciliaciones obligatorias, la presión de 24 despidos primero, cifra que llegó a 35 después. El paro dentro de la planta fue total e impidió que los supervisores y gerentes cargaran camiones. Armando Leyes de la UOM y sus secuaces lograron dividir una asamblea que levantó el paro y así la patronal tuvo su respiro durante 5 días. Pero la fuerza desde abajo logró parar nuevamente la planta que en asamblea aplastó la postura de la UOM. Después de más de 20 días de lucha, con la reincorporación de los 35 y un reconocimiento momentáneo del convenio 17, entre otros reclamos la asamblea del lunes 8 levantó el paro.

En Arrebiff, del gremio de la Carne, con 1000 obreros, en una localidad cercana a Ramallo, la familia Borrell, uno de los principales exportadores de carne del país, con cientos de millones de dólares embolsados, no quieren pagar más que 20 mil pesos por quincena, en el mejor de los casos y desconoce el convenio. Ante el chantaje patronal los obreros han ocupado la planta

Esta nueva oleada de conflictos, todavía sin una coordinación y programa, por culpa de las direcciones de la CGT y CTA, abre un nuevo momento en las luchas.  Está planteado para las y los luchadores un desafío: ir buscando las formas de unidad y coordinación con un programa para enfrentar los ataques. Desde las organizaciones clasistas y luchadoras, debemos rodear de solidaridad toda pelea. Llevando el apoyo no solo de los dirigentes sino la solidaridad de las bases votada en asamblea, para que esas peleas hoy dispersas se conviertan juntas en una única marea que pueda frenar los ataques de las patronales, el Gobierno y los dirigentes sindicales traidores.