QUIEREN VOLVER A LA PRESENCIALIDAD
Fernández , Larreta y Kiciloff se pelean en la Justicia y en la TV, en un circo electoralista, sobre un escenario de 30 mil contagios diarios, cientos de muertes, terapias intensivas colmadas. Es un espectáculo vergonzoso y macabro, en el que nos jugamos la vida toda la población.
Durante meses impulsaron codo a codo la reapertura de las escuelas. Alberto y Cristina, Larreta y Bullrich, nos llevaron juntos al matadero. Ahora el oficialismo nos quiere hacer creer que ellos son los “defensores de la vida” contra los criminales de Juntos por el Cambio (JxC).
¿Qué pasó?
Sabíamos que la segunda ola se venía con furia. Desde Avanzada Socialista dijimos en febrero que ese proyecto “trata de poner 15 millones de niñes y adolescentes juntes, en recintos cerrados y mal ventilados. (…) Esos estudiantes viajarán, volverán a sus casas, contagiarán a sus familiares mayores, y todo será peor. Las escuelas deberán volver a cerrar, pero con millones de contagiados y contagiadas más”. Lamentablemente, ese pronóstico se cumplió.
La política del Gobierno era mantener la “normalidad” para sostener las ganancias capitalistas. Esa política chocó de frente contra la realidad y se vio obligado a cambiar, decretando la suspensión de la presencialidad en el AMBA por 15 días entre otras medidas. Es suya la responsabilidad por el salto en los contagios, por las muertes, por el crecimiento del COVID en los niños y niñas.
Larreta, por su parte, busca el voto de la clase media acomodada, cuyos hijos e hijas van a escuelas privadas y un poco mejores. A esa clase media, poco y nada la importa el contagio en las y los pibes de la clase trabajadora, que vuelven a casas pequeñas, extendiendo el contagio. Solo le importa lo suyo: que no se pierda el año escolar.
El virus de un lado y la lucha de los y las docentes por otro impusieron la suspensión en el AMBA. Contra la complicidad de las direcciones sindicales oficialistas de CTERA. Y pasando por arriba del oportunismo de la oposición.
Un triunfo parcial, un peligro a la vista
La suspensión fue un triunfo de los y las docentes del AMBA. Pero no podemos perder de vista que el peligro sigue vigente.
Por un lado, la mayoría del país sigue con clases presenciales. ¿Qué esperan? ¿Qué el virus se dispare hasta en el último pueblo argentino para frenar las clases?
Por otro, se acaban de reunir Fernández y Trotta para debatir una “presencialidad administrada”. Es decir, un gradual retorno a las escuelas después de estos 15 días.
Esto se da en un contexto cada vez más grave para el conjunto de los/as trabajadores/as: inflación y miseria junto a la pandemia.
De modo que el peligro sigue ahí. La irresponsabilidad del Gobierno y la oposición nos volverá a llevar al matadero. La segunda ola recién comienza, los fríos aún no llegaron, el COVID-19 y sus nuevas variantes acechan.
Tenemos que estar en alertas, exigir asambleas y plenarios de delegados/as con mandato y presionar a los gremios en todos lados, ahora, en forma urgente.
Pero más importante aún, no esperar que las cosas se canalicen solo en los ámbitos sindicales, que están por detrás de la iniciativa de las bases. Impulsar reuniones autoconvocadas y coordinadoras, comités de lucha, campañas de esclarecimiento, unidad con todos los trabajadores. Desde allí, organizar acciones propias, y llegar a toda la población explicando que debemos defender, como una sola voluntad, la salud y la educación popular. Defendamos la vida como defendimos siempre la educación pública.
Esta tarea solo puede llevarse adelante uniendo y coordinando la pelea con todos/as los trabajadores/as: de la salud, de laboratorios, fabriles, junto a toda la clase obrera.
SINDICALISTAS CÓMPLICES
Baradel, Alessio y Yasky han sido cómplices del crimen de la patronal (porque eso es el Estado para las y los docentes).
Ya no se trata de perder salario o conquistas. Mandaron a los y las docentes a trabajar, fueron a las escuelas a garantizar las clases, pidiendo alcohol o máscaras para que nada se interponga en la presencialidad. Dejaron pasar el salto en los contagios. Silenciaron la enfermedad y la muerte. Un crimen no solo de la dirigencia docente, sino de toda la CGT, que dice representar a la clase obrera.
Solo cuando el Gobierno tuvo que decretar la suspensión de la presencialidad por la pandemia, cambiaron de discurso, sin la menor explicación. Y ahora sí en CABA, le hacen paro a Larreta, sin debatir con el propio sector docente cómo y hasta cuándo.
Esa conducción mandadera del Gobierno tiene la responsabilidad por cada uno de los 30.000 contagios diarios, cada muerte del pueblo, de cada docente enfermo/a o fallecido/a, de cada niño o niña contagiados/as. Y de ahí no se vuelve.
Más que nunca, es necesaria una nueva dirección de los sindicatos docentes. Y mientras tanto, pasarles por arriba con autoconvocatorias, que tomen la lucha en sus manos.
UNA MULTICOLOR DESCOLORIDA
La traición de la Celeste dio las condiciones para postular más fuerte que nunca una alternativa. Era una necesidad para detener la enfermedad, una obligación ante el crimen de la conducción Celeste, porque la dinámica de los acontecimientos estaba cantada
Debíamos volver a explicar, como hace dos meses, que no podía haber escuelas abiertas sin asegurar la vacunación de toda la sociedad. Que es posible (como la izquierda señala, aunque se limita a un proyecto de Ley) contar con todas las vacunas que necesitamos porque se producen en el país. Y que basta con desconocer la Ley de Patentes que favorece a los grandes laboratorios, para disponer de decenas de millones de dosis.
Sin embargo, la Multicolor tuvo la misma política que la Celeste, un poco más “a la izquierda”: protocolo, infraestructura, condición de las escuelas, cuando nada de todo eso es eficiente sin vacunación. Y se limitaron a proponer batallas “por escuela”, dividiendo. Donde la Celeste exigía cinco máscaras y diez alcoholes en gel, la Multicolor reclamaba el doble, como si eso sirviera para algo.
Algunas corrientes -PTS o el Nuevo MAS-, fueron defensoras acérrimas de la presencialidad. Y las restantes, empezando por la más fuerte, el PO, se adaptaron. En nombre de la “unidad Multicolor”, jugaron para el Gobierno y su política. Con dolor, tenemos que decir que denunciar su responsabilidad en contagios y muertes.
Para imponer la suspensión la base tuvo que pasar por encima no solo de la Celeste, sino también de la Multicolor. En Ensenada, pico de contagios provincial, la base arrancó una masiva asamblea presencial, y votó paro de 96 horas, contra la propuesta de 48 de la Directiva. En Bahía Blanca, luego del DNU, una asamblea enorme votó 72 horas de paro contra la propuesta de 24 horas Multicolor. En otras seccionales opositoras, fueron necesarias autoconvocatorias de los docentes para poder luchar. En las seccionales Celestes, la Multicolor no tuvo iniciativas.
Desde el Frente Índigo, junto a muy pocas agrupaciones, nos jugamos para fortalecer las iniciativas de la base, sin atarnos a acuerdos de corrientes ni disciplina Multicolor, y menos aún a los lentos y torpes pasos que dieron las conducciones opositoras.
La Multicolor, una vez más y en circunstancias más graves que nunca, no pasó la prueba. Es tiempo de debatir por qué nuevos caminos debe transcurrir la pelea por una nueva dirección docente, de lucha, democrática y revolucionaria.