El calendario oficial dispone que cada 25 de mayo deba conmemorarse un nuevo aniversario de la Revolución de Mayo mediante un feriado nacional inamovible. Con locro o chocolate caliente mediante, es tradición utilizar estas fechas patrias como momentos de celebraciones, discursos, desfiles militares y reflexiones políticas. Y la palabra soberanía resulta una referencia ineludible en cada uno de ellos pero dando lugar a diferentes interpretaciones.
¿De qué soberanía estamos hablando?
Desde su llegada al poder el kirchnerismo ha resignificado esta fecha como el inicio de la “década ganada”, en alusión a la fecha de asunción del gobierno de Néstor Kirchner 12 años atrás. Desde el discurso se ha intentado construir la idea de una refundación de la Patria. No tuvo otra opción. Luego de las jornadas revolucionarias del 2001 que el propio relato ha intentado ocultar, la lucha por la soberanía ha tomado un nuevo relieve, más aún en un país que enfrentó militarmente al imperialismo inglés en Malvinas. Por ello, desde su inicio, la palabra soberanía fue una marca registrada de todo del modelo K, aunque con una rara interpretación de lo que esto significa. Al contrario de lo que se dice, hoy seguimos pagando en efectivo a los especuladores de la deuda y las multinacionales disponen de nuestros principales recursos a su antojo. Y cada vez somos más colonia.
El último discurso del 25 de mayo de Cristina en la Plaza no fue la excepción. Con una mezcla de reafirmación y despedida, sus palabras cursaron el mismo recorrido de siempre, pero esta vez el discurso estuvo impregnado de la contienda electoral que se avecina. Para ella, el modelo que defiende nuestra soberanía se vota en Octubre. E impedida de poder pelear por su reelección, hoy “el candidato es el proyecto”. Ésa fue la idea que sobrevoló el pasado lunes en la Plaza de Mayo.
Y en cierto modo es verdad, porque gane quien gane –oficialista u opositor- el proyecto sigue. Y ese proyecto es más ajuste y más entrega. Por eso Scioli, Macri, Massa o Randazzo no discuten sobre deuda externa, sobre los acuerdos que nos someten al imperialismo, sobre la persecución que hay a los luchadores, sobre la destrucción de nuestra salud y educación, en todo eso están de acuerdo. La diferencia a lo sumo será entre quienes acepten con agrado ponerse de rodillas ante el amo imperialista y otros tantos que lo hagan alzando la voz, pero siempre de rodillas. De San Martín y los patriotas, a ellos sólo les queda el “sable corvo” para pasearlo en los días de fiesta y volverlo a guardar en el museo.
Cuando Cristina insiste una y otra vez en comparar la situación actual con la del 2001, en realidad intenta eludir una verdad. Hacia el final de su mandato, cuando la crisis mundial recrudece, para los trabajadores la respuesta fue más ajuste, más entrega y más palos. Al pie de la máquina, en las fábricas, en las oficinas y en las escuelas se hizo sentir la inflación, los techos salariales, los despidos (alrededor de 500.000 en el 2014) y las suspensiones. Los anuncios por cadena nacional no logran ocultar que día tras día sentimos la caída del poder adquisitivo y de nuestras condiciones de vida. Por eso, ella agita el fantasma de los 90 para obligarnos a aceptar resignadamente el ajuste y la entrega del presente como un “mal menor”.
Los trabajadores tenemos otra alternativa
Por eso, los trabajadores no nos podemos quedar afuera de esta discusión. Nuestra pelea está en las calles, en las movilizaciones, en cada lucha contra los despidos o por aumento de salario, enfrentando el saqueo de las multinacionales y peleando por la educación de nuestros hijos. Pero también en las próximas elecciones, los trabajadores tenemos que hacernos oír. Porque este año se va a discutir de todo, incluso de soberanía. Y como se ve en las calles, el gobierno y la “oposición” buscan hacernos creer que sólo hay dos opciones: los Scioli-Randazzo y los Macri-Massa. Pero los trabajadores también tenemos que construír nuestra alternativa, que diga lo que ellos no dicen, que defienda los intereses del pueblo trabajador.
En las peñas, los actos y charlas del PSTU, este 25 nuestros precandidatos han contrapuesto a este modelo nuestras propuestas para luchar por una verdadera defensa soberana de nuestro país. Te invitamos a que nos acompañes, porque vamos a aprovechar esta campaña electoral para organizar desde las listas del FIT la pelea por el plan alternativo que necesitamos. No queda otra. Esta vez debemos ser los obreros, los jóvenes y los sectores populares quienes encabecemos la batalla por lograr la segunda y definitiva Independencia. De este modo, luchando, será la forma de volver a gritar: ¡Seamos libres, que lo demás no importa nada!
3 propuestas para una verdadera defensa de nuestra soberanía
Los “logros” del proyecto “nacional y popular”
Deuda:
Uno de los puntales del modelo K es su política de desendeudamiento. En sus doce años de gestión fue el gobierno que más pagó: 190.000 millones de dólares, más de 15.000 millones de dólares por año. Reconoció legalmente la estafa de la deuda externa contraída por la dictadura que enriqueció un puñado de empresarios. Renegoció la deuda fraudulenta con el Club de París y el 93% de los bonistas usureros. No es cierto que nos hemos desendeudado, la deuda ha crecido. Se calcula que en total la deuda pública supera largamente los 250.000 millones de dólares, 110.000 millones más que cuando asumió Néstor. Sólo hemos refinanciado y pateado hacia delante los pagos, reconociendo incluso nuevos acreedores. La famosa quita se hizo a cambio de más sometimiento, reconociendo a la justicia norteamericana como ámbito de litigio legal. Ahora, está negociando para reconocer la deuda del 7% de los bonistas que no han acordado. La batalla contra los “Fondos Buitres” y el discurso antimperialista esconde una verdadera entrega en los hechos. Sólo se logró más negociados para los bancos y mayor endeudamiento para el futuro. Toda la deuda es usurera y fraudulenta. Más pagamos, más debemos. Son todos buitres, y el Gobierno eligió pagarles a ellos antes que al pueblo. No es posible hablar de “Patria” sin romper las cadenas que nos atan a las potencias imperialistas. No hay liberación posible siendo “pagadores seriales”.
Recursos naturales:
En la “década ganada” el saqueo de nuestros recursos se ha incrementado y las grandes multinacionales han ejercido su ley en nuestro suelo. Con la promesa de inversiones vienen, nos saquean, nos explotan y cuando no ganan lo suficiente se van del país dejando más contaminación y un tendal de desocupados. El acuerdo con cláusulas secretas con Chevrón impuesto mediante la represión policial para la explotación de Vaca Muerta es un claro ejemplo. El reciente acuerdo con china es un salto en la dependencia de nuestro país en materia de energía, transporte y telecomunicaciones. Monsanto, Cargil, Nidera y todas las empresas del agro negocio se han llenado los bolsillos exportando alimentos para más de 300 millones de personas mientras hay importantes zonas del país que todavía existe el hambre. Una buena parte de las privatizaciones de los 90 todavía siguen vigentes (teléfonos, luz, etc.) y las reestatizaciones que se hicieron mediante compras de sus acciones a las anteriores empresas, garantizándoles grandes negocios. La banca ha sido el sector que más ganancia obtuvo en la última década. No hay soberanía sin parar este saqueo.
Ciencia y educación:
En la propaganda oficial se destaca que este gobierno ha destinado mayores recursos para ciencia y educación. Incluso se ha creado un nuevo ministerio. Pero lo que se oculta es que estas inversiones han profundizado nuestra dependencia. El grueso de las investigaciones científicas y de los nuevos planes universitarios se ha confeccionado al servicio de las demandas del “sector productivo”, un eufemismo utilizado para decir que los planes de estudio se hacen según las necesidades de las multinacionales. Las reformas educativas implementadas se han hecho siguiendo los lineamientos del Banco Mundial, avanzando en el saqueo de nuestro conocimiento. La escuela pública se viene destruyendo y se sigue impulsando a la educación privada. Las netbooks y los nuevos libros han sido insuficientes para garantizar escuelas y salarios docentes dignos. La escuela pública ya no educa a las futuras generaciones igualando oportunidades. Ahora sólo se limita a “incluir” socialmente a los sectores más pobres.
El plan obrero que necesitamos
¡Son todos buitres! ¡NO pagar la deuda! :
La realidad plantea la necesidad de elegir: la deuda o la vida. No debe salir un solo peso para los usureros. Derogación de la ley de pago “soberano”. Ruptura con el FMI y el Club de París. Utilizar todos esos recursos para impulsar un plan de obras públicas que genere más puestos de trabajo genuinos y construya las viviendas populares necesarias para revertir el déficit habitacional. Aumento de los presupuestos de salud y educación pública, para garantizar la construcción de escuelas, hospitales, los insumos, la tecnología, la capacitación y la remuneración de todo el personal necesario para ofrecer un servicio gratuito y de calidad. No hay independencia sin cortar los mecanismos de chantaje y explotación que nos ahorca desde hace décadas. Para enfrentar a los buitres hay que cortar la soga del verdugo. La única salida es NO pagar la deuda. Impulsar esta pelea a escala latinoamericana. Por un frente de países por el no pago a los usureros.
Basta de entrega! ¡Fuera Chevron y todas las multinacionales!:
¡Abajo el acuerdo con China! Es necesario expropiar las principales palancas de la economía del país para un desarrollo independiente. Para eso hay que nacionalizar la banca y el comercio exterior para poner toda la producción del país al servicio de los trabajadores y no de las multinacionales, como lo es actualmente. Anulación inmediata de todas las privatizaciones, reestatizando todas las empresas sin indemnización. Hay que poner estas empresas reestatizadas bajo control de sus trabajadores para impedir su burocratización. Por un YPF 100% estatal, nacionalizando toda la industria hidrocarburífera para garantizar el autoabastecimiento energético con un plan sustentable. Estas medidas pueden permitirnos desarrollar un plan de emergencia obrero y popular para que la crisis no la paguemos los trabajadores.
¡Abajo la reforma educativa! ¡Basta de colonizar el conocimiento!:
Anulación de todas las leyes educativas. Abajo la LEN, LES y leyes provinciales. Por la defensa de la escuela pública estatal. No a la mercantilización de la educación. La educación es un derecho, no un servicio. Abajo el plan Mejoras, Fines, Jardines Comunitarios, bachilleratos populares, etc. que atentan contra la calidad educativa. Que todos los trabajadores de estos planes conserven sus puestos y sean integrados al sistema formal. Fuera las multinacionales de las universidades públicas. Abajo las pasantías y los planes de estudios a su servicio. No más subsidio a la educación privada, para destinar todos estos recursos a fortalecer la educación pública. Por un único plan nacional de educación pública, estatal, integral, científica y de calidad. Por un plan de desarrollo científico al servicio de las necesidades del pueblo, no de las empresas. Aumento de los presupuestos de ciencia y educación.