Ya pasaron 8 años desde las multitudinarias movilizaciones del 3J de 2015, todavía durante la presidencia de Cristina Fernández, ante el terrible asesinato de Chiara Páez en Rufino. Todas las plazas del país se llenaron de mujeres jóvenes, muchas acompañadas por madres, novios, padres, hermanos. Las acciones de fuerza y en las calles continuaron por varios años, algunas enormes, como el 19 O de 2016 por Lucía Pérez o las de la “marea verde”. Se lograron importantes conquistas, traducidas especialmente en leyes: de combate a la violencia machista, de matrimonio igualitario, de ESI, ( Educación Sexual Integral), de identidad de género, de cupo laboral trans, de aborto legal, entre otras.
Aunque no coincidimos enteramente con el contenido de esas leyes, su aplicación habría sido un gran paso adelante. Sin embargo, la realidad y las cifras que la describen revelan pocos o nulos avances, cuando no retrocesos directos, como muestra el siguiente cuadro:
ARGENTINA 2023
1 femicidio cada 29 horas.
9 niñas, niños o adolescentes violadas/os o agredidas/os sexualmente por día.
203 niñas y mujeres por mes ingresan al registro de desapariciones.
27,7 % es la brecha de género en ingresos: 24,5% en el trabajo formal y 34, 9% en la informalidad.
3,9% es la brecha de género en la tasa de desocupación y subocupación y 1,7% en el acceso a empleo formal.
Fuentes:
www.inforegion.com.ar/2023/04/02/en-tres-meses-de-2023-hubo-74-femicidios-en-la-argentina
https://www.lanacion.com.ar/comunidad/mujeres-perdidas-nid25022023/2023/03/08
Esto tiene responsables: el Estado, con sus Gobiernos, tanto el macrista, como el del Frente de Todos (FdT) y sus Parlamentos, dispuestos para obrar juntos en contra del pueblo trabajador, tal como lo mostraron en el acuerdo ajustador con el FMI. También es responsable su Justicia, hecha a medida de los intereses empresarios, eficaz en perseguir luchadores/as y, en cambio, indulgente con los genocidas de la Dictadura y con los violentos, violadores y femicidas. Paralelamente la Iglesia Católica y las demás iglesias, mientras ruegan por un mejor futuro, se comportan como garantes de tantos atropellos.
Cuatro años de freno a las luchas
Desde que asumió el FdT y luego de las movilizaciones que concluyeron con la sanción de la Ley de Aborto Legal a fines de 2019, la colectiva Ni Una Menos y la mayoría de las organizaciones del movimiento de mujeres, afines al Gobierno, abandonaron las calles.
No se diferenciaron en eso del conjunto de la dirigencia de la CGT y las CTA, que hicieron lo propio, a pesar del aumento de la pobreza e indigencia, de los abusos patronales, agudizados durante la pandemia, de la inflación desbocada.
Esos males son violencias hacia todo el pueblo trabajador, pero golpean con mayor saña a sus sectores más oprimidos: mujeres, jóvenes, lgbts, inmigrantes, afrodescendientes, pueblos originarios. Todavía reclamamos por la libertad de las seis Presas Mapuches, confinadas en Río Negro hace ocho meses con sus hijes, “culpables” de reclamar sus territorios arrebatados por saqueadores extranjeros.
La postura de toda esa dirigencia responde a la política del FdT y de su líder, Cristina Fernández. El kirchnerismo se mostró como opositor del presidente, se pronunció en contra del acuerdo con el FMI; Máximo Kirchner, dirigente de La Cámpora renunció a la Jefatura del bloque en Diputados y así, mantuvieron permanente fuego amigo sobre el Gobierno.
Sin embargo, muy lejos del legendario 17de octubre de 1945, Cristina nunca apeló a la movilización de la clase trabajadora para torcer el rumbo. Posiblemente estaríamos en mejores condiciones si a la multitud que se reunió el último 25M para ovacionarla, se la hubiera convocado antes como parte de un llamado amplio a trabajadores/as de cualquier posición política, para frenar las medidas que mucho criticó de palabra, la vicepresidenta.
Cristina Fernández y toda la dirigencia sindical y del movimiento de mujeres que la siguen, tienen el poder y la fuerza para concretarlo y no lo hicieron.
Quienes queremos cambiar el país, a favor del bienestar y los intereses del pueblo trabajador, de sus mujeres, sus jóvenes y todos sus sectores oprimidos, tenemos que autoconvocarnos, organizarnos y obligarlas, o barrerlas y adueñarnos de esa tarea.
El próximo 3J puede ser oportunidad para comenzar a debatirlo.