A los 40 años de democracia burguesa, tenemos en la Argentina un representante de la derecha liberal que ha ganado el balotaje con el 55% de los votos. Su caballito de batalla es el de “terminar con la casta política” y poner en pie una “Argentina libertaria”.
Con gran expectativa muchos jóvenes le dieron una oportunidad al grito de “que se vayan todos”, pero se quedaron todos y vinieron más. Don Gato (Mauricio Macri) y su pandilla ocupan lugares centrales en el Gobierno de La Libertad Avanza que, conducido por Sergio Milei, intentará aplicar un programa descaradamente antiobrero. A diferencia de anteriores presidentes, el líder libertario, dice abiertamente que aplicará un brutal ajuste. Ajuste que implica el desguace del Estado, privatizando las áreas más sensibles como jubilación, salud, educación, cierre de ministerios y llevar otros al rango de secretarías dejando a cientos de miles en la calle.
El plan “motosierra” contra el pueblo trabajador
Milei ganó prometiendo que el ajuste necesario lo haría sobre la “casta” política. El problema es que, según lo anunciado hasta ahora, la “casta” no eran los políticos sino que éramos los trabajadores y el pueblo pobre.
Si no, no se explica que el grueso de las medidas anticipadas representen un ataque tan grande a quienes menos tienen. Milei ya dijo que los primeros 24 meses serán de estanflación. O sea, inflación con estancamiento y caída del empleo. Eso sumado a la Reforma Laboral que ya están preparando.
Esto ya se refleja en la realidad. Están comenzando los despidos. El sector más afectado es el de la obra pública, pero involucra también a la industria.
Eliminará subsidios a la energía, al transporte y demás, y permitirá aumentos en la luz, el gas, el boleto, provocando que nuestro salario quede aún más reducido. Una resolución del Poder Judicial dejó sin efecto el decreto que hacía de Internet un servicio esencial, de utilidad pública, por lo que es de esperar un aumento importante también en esa área.
Del mismo modo se preparan privatizaciones de empresas públicas, como Aerolíneas, YPF, ARSAT. Muchos pueblos del interior cerrarían sus aeropuertos, por ejemplo, con el argumento de no ser rentables los vuelos.
La ley de alquileres se derogará. No representaba una solución para el problema de la vivienda en nuestro país. Pero su derogación hará que conseguir y pagar un alquiler será un infierno aún mayor.
Y todo esto al servicio de seguir pagando la fraudulenta Deuda Pública: no hay que olvidarse que Milei prometió un ajuste aún más duro que el del FMI. Una vez más, los ajustados no son los grandes empresarios ni los políticos millonarios que los sirven. Somos los que todos los días la peleamos para poner un plato de comida en la mesa.
No hay que confiar en en el nuevo Gobierno
Entendemos que millones de compañeras y compañeros han puesto esperanzas en Milei: se presenta como antisistema, como lo nuevo en la política y que está dispuesto a ir a fondo para resolver los problemas que los antiguos gobiernos no han podido solucionar. Algunas/os tienen confianza en que logre frenar la inflación, los aumentos de precios y alquileres, abra nuevas fuentes de trabajo, fortalezca los derechos logrados y vaya por nuevos. Creen realmente que al comienzo va a ser difícil, que vamos a tener que poner de nuestro esfuerzo y voluntades, que en unos meses la situación va a mejorar y podremos cumplir con los proyectos y deseos que tenemos. El “libertario” promete que si aguantamos algún tiempo, la economía argentina se va a ir reconstruyendo. No compartimos esas expectativas, nada bueno le espera al pueblo trabajador de la mano de este presidente electo que ya recibe elogios y favores de sus amigos empresarios, así como de los detestables Donald Trump (ex presidente de EEUU) y Benjamín Netanyahu ( mandante del genocidio del pueblo palestino)
Aquellos que vivimos la hiperinflación del ’89, el 1 a 1 del riojano (Menem), el corralito del 2001 y cada movida financiera de la bolsa de Wall Street, sabemos perfectamente que cuando los gobernantes prometen que estaremos mejor se refieren a sus negocios y al de sus corporaciones amigas. Como clase trabajadora hicimos varias experiencias de lucha y organización en las calles, sin ir tan lejos, las jornadas vividas el 14 y 18 de diciembre del 2017, cuando enfrentamos la Reforma Jubilatoria y paramos la Reforma Laboral de Macri y su Gobierno patronal. Pero la tarea aún está inconclusa, y es necesario darnos una nueva chance. Necesitamos construir una salida distinta. Una que realmente cuestione al sistema de raíz. Es el momento de salir del laberinto de esta democracia de ricos y apuntar hacia una alternativa de los trabajadores.