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¿Votar a Massa contra el «fascismo”?

¿Se puede vencer al fascismo votando?  

Un argumento que viene repitiéndose entre los que piden el voto a Sergio Massa, es que Javier Milei encarnaría el fascismo, y que votar al actual Ministro de Economía sería la forma de evitar el advenimiento del fascismo sobre nuestro país.

¿Qué es el fascismo?

Para desmontar esta mentira, hay que empezar por precisar qué es el fascismo. Siendo una palabra fuerte, e insultante, es normal que se use como epíteto la acusación de “fascista” e incluso de “nazi”.

Pero cuando se hace política hay que ser precisos, y el fascismo hace referencia a una organización política particular. El fascismo no es cualquier ultraderechismo, ni cualquier gobierno represor. 

El fascismo es la movilización de sectores del pueblo, habitualmente gente de clase media arruinada por las frecuentes crisis económicas, o simples delincuentes. Lo hacen contra la clase obrera, sus organizaciones, y los sectores más oprimidos. Y por movilización hay que entender una campaña permanente, militante, de agresiones físicas e incluso crímenes contra estos sectores. Su objetivo es la derrota definitiva de la clase obrera y el pueblo, la destrucción de sus organizaciones, para imponer por la fuerza un orden propio de un campo de concentración, allí donde se haga fuerte.

Por todo eso, la característica principal del fascismo son sus patotas, sus cuadrillas de agresores dispuestos a cometer cualquier barbaridad contra trabajadores, militantes revolucionarios, inmigrantes, y todo aquel que consideren su enemigo.

¿Cómo vencerlo?

Siendo que su objetivo es someter a la clase obrera y al pueblo mediante la más criminal de las violencias, al fascismo solo se lo puede parar “devolviéndole las gentilezas”: mediante la autodefensa obrera y popular unida, de toda la clase trabajadora, para devolver golpe por golpe, incluso preventivamente. Los fascistas el único idioma que entienden es el de los puños, las facas y el plomo. 

La historia ha demostrado esto. Donde se impidió que el fascismo fuera enfrentado (como en Italia y Alemania), el fascismo se impuso, y hundió a la humanidad en las tinieblas. En cambio, donde se le cerró el camino a los palazos, nunca volvieron a molestar: las batallas contra el Ku Klux Klan en EE.UU., u Oswald Mosley en Inglaterra, los sucesos de Parque Rivadavia en 1996, o más recientemente el caso de Aurora Dorada en Grecia, demuestran que la autodefensa de masas y la acción directa es el único camino.

El menos serio de los argumentos

Hace un año, ante la perspectiva de que los libertarios tuvieran una deriva fascista, invitamos a todos los sectores obreros y populares a organizarnos para defendernos. 

Afortunadamente, Milei y La Libertad Avanza (LLA)  no pasaron de sus verborrágicas provocaciones en los discursos, y aunque en las filas de ese partido hay elementos peligrosos, no decidieron pasar a la acción. En otras palabras: demostraron no ser un movimiento fascista. Y decimos afortunadamente, porque el grueso de las organizaciones de izquierda, obreras y populares, no se preparó para la posibilidad de tener que enfrentar al fascismo.

Hoy las causas de esta falta de preparación se hacen evidentes: demostrando no haber aprendido nada de la historia, no pocos sectores creen (o al menos declaran) que la forma de enfrentar al fascismo es votar a Massa, al agente de la embajada yanqui. Nosotros rechazamos de plano ese argumento por irresponsable.

Sin embargo no dejan de ser peligrosos, y tenemos que enfrentarlos consecuentemente. Y para eso tenemos que estar preparados. Preparando la autodefensa en cada lucha y movilización de manera organizada. No solamente contra las fuerzas de seguridad estatales, sino también contra las patotas y los provocadores de la ultraderecha. Liborio Justo, uno de los fundadores del trotskismo argentino, lanzó una frase allá por los años ’40, que resume todo lo expresado en este artículo: “al fascismo no se lo discute: se lo destruye”. Así resumió las lecciones dadas por las masas de todo el mundo en aquellos años, y nos dejó la enseñanza para el presente. No podemos permitir que el oportunismo de algunos la corrompa.