Quién podría creer en el brindis de año nuevo, que en octubre la situación sería ésta, llegar a fin de mes una odisea, escuelas que se caen a pedazos, comedores escolares peores que durante las épocas de hiperinflación y tantos etcéteras que agotarían el espacio del artículo. Y no es un problema de las escuelas y los docentes, en cada fábrica, cada repartición estatal, cada comercio, cada oficina las penurias de los trabajadores son idénticas.
Y nuestros dirigentes… bien gracias, tenemos cuatro centrales sindicales, que van desde el llanto al aplauso, pero de lucha nada. Todas, calculadora en mano, apuestan a las elecciones y a rapiñar algún candidato de los partidos patronales, los partidos del ajuste.
La CTA de Yasky, la que se sienta a la diestra de su majestad Cristina, la que solventamos los docentes a través de la CTERA, llama a elecciones para el 18 de noviembre después del acuerdo con el “combativo” Micheli donde tras un divorcio civilizado se repartieron nuestro dinero y nuestros bienes. Uno con Cristina, otro con De Genaro diputado, hacen su juego a espaldas de los trabajadores.
El Frente Índigo y el PSTU participan de esas elecciones en la lista 3 junto con el Partido Obrero. Participamos porque a pesar del fraude que ya está institucionalizado por padrones misteriosos y urnas de movimientos sociales en los que puede votar cualquiera y cuantas veces quiere y todas las maniobras inimaginables de las cuales son campeones, porque queremos que no se la lleven gratis. No podemos permitir que en nuestras escuelas, que en los distritos multicolor nos ganen, no podemos permitir que las elecciones sean un plebiscito mentiroso de apoyo a Cristina.
Tenemos que dar vuelta la taba, estas elecciones deben ser parte de una campaña donde ganemos fiscales, donde levantemos tribunas de denuncia. Que cada escuela tenga el orgullo y el antecedente de que allí el Gobierno y su ladero más fiel, Yasky, no entran. Que sea un saludable lugar libre de burócratas.
Es lamentable que la oposición multicolor se divida en estas elecciones y que haya sectores por distintos motivos, ninguno por la lucha de los trabajadores o por la construcción de esta nueva dirección. Sino también por egoístas cálculos de cartel y de ranking dentro del FIT (como IS y el PTS). O del más puro oportunismo y aventura con De Gennaro como la CCC, el MST u Opinión Socialista. Un grosero calco de los encuentros de unidad, donde cada partido tiene su propio sello.
La Lista Índigo se juega a meter en cada escuela la lucha contra el Gobierno y a exigir desde allí un plan de lucha que defienda la escuela pública y el salario e incorporar, con la campaña de fiscales, a los nuevos activistas, que ajenos a rencillas ridículas y sectarias, se propongan tirar abajo a esta burocracia sindical y a todas las que, por izquierda o por derecha, son cómplices del Gobierno.