Del primer #Ni una menos a la actualidad existen grandes cambios. Las gigantescas movilizaciones han colocado sobre la mesa la discusión sobre la violencia de género. Gracias a la puja de miles, se ha visibilizado que en nuestro país a las mujeres nos matan cada 18 horas, que el Estado nada hace al respecto, y que la justicia mira con ojos entrecerrados cada caso, para pasar al siguiente sin pena ni gloria. Desde hace poco, esos nuevos aires llegan al rock, ¡Bienvenidos!
Ese oxígeno que dieron las movilizaciones, permitió meternos en cuestiones que parecían sagradas y comenzar a desintegrar algo que estaba completamente naturalizado. Mailén dio el primer paso cuando salió a denunciar a Miguel Del Pópolo, vocalista de La Ola Que Quería Ser Chau, y con ella se sumaron las denunciantes de Cristian Aldana de El Otro Yo, y varios casos más. No hubiera existido el repudio masivo a los dichos de Gustavo Cordera si no hubiera habido un grito popular contra el femicidio.
Entre la estrella de rock y el fan (la fan, en estos casos), hay una relación de desigualdad. No solo por ser ídolo y fanático, por una relación basada en la admiración, sino porque a las mujeres el sistema nos coloca en inferioridad y en todos los ámbitos. En los laburos tenemos menores salarios, acarreamos con doble jornada porque nos hacemos cargo de las tareas domésticas y el cuidado de los hijos y ancianos, sufrimos violencia física y psicológica, y nos matan solo por el hecho de ser mujeres. Todo esto sin que el Estado, que se supone que nos debe proteger, se haga cargo de nada.
No puede ser que no tengamos libertad de disfrutar ni siquiera de un recital, como no la tenemos en el transporte público, cuando paseamos en la calle o nos ponemos tal o cual vestimenta. Que no puedas estudiar, elegir cuándo querés ser madre porque nos echan del laburo y no contamos con educación, anticonceptivos o aborto legal.
Machismo en el rock, hubo siempre. La diferencia es que antes era una práctica habitual que las mujeres sean objetos sexuales de los ídolos.. El poder de la movilización hizo que eso se empiece a cuestionar, comience a cambiar.
Grandes valientes son las que sacan a la luz los casos y se animan a contar qué pasó. Recientemente salieron los casos contra el cantante de Salta la Banca, una banda que además suele tocar en festivales en apoyo a causas obreras y populares. Se destapó una olla, y no podemos permitir que se tape así nomas.
Queremos desterrar el machismo del rock, de nuestras escuelas y trabajos, queremos desterrarlo de nuestras vidas. Y para hacerlo no nos queda otra que encarar un combate paciente y feroz no sólo contra esa ideología, sino también contra el sistema que lo difunde y utiliza en su beneficio, el capitalismo.
Este sistema que se mueve en función del aumento de la ganancia de unos pocos, destruye todo lo que toca y quiere convertir a todo el rock en Cromañon.
Nosotros queremos terminar con el machismo en el rock y que el arte se ponga al servicio de las luchas, para lograr su plena liberación.